Hace poco terminé la lectura de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas de Haruki Murakami, una novela que mezcla sin esfuerzo realidad y fantasía. Justo ahora acabo de ver Franklyn (Gerald McMorrow, 2008) —que pasará a la historia por inventar la Iglesia de las Manicuristas del Séptimo día— y resulta un complemento perfecto a la novela de Murakami. Me parece curioso, también, que las dos obras dependan tanto de la atención a los detalles: un lector distraído encontraría ambos trabajos superfluos y quedaría decepcionado o confundido por el final.
En el blog de Federico Escobar se ha abierto una pequeña polémica en torno al premio Juan Rulfo 2009 , otorgado por Radio Francia International. El premio lo obtuvo el argentino Mariano Pereyra Esteban por «El metro llano» , con la novedad de que la organización ha puesto disponible el cuento ganador para su descarga. (Huelga decir que sería un buen momento para leerlo antes de seguir leyendo.) La nota expresa su extrañeza a que dicho texto haya ganado el premio. En los comentarios del blog el autor del cuento responde a los cuestionamientos de manera bastante mesurada y acertada, a mi parecer. Gracias a esta actitud es posible entender que por sobre las reticencias de Escobar se encuentran visiones opuestas de lo que debería ser un cuento. Dice Escobar: Ahora, sí creo que el cuento pretendía ser humorístico, tanto como pretendía ser artificioso en el lenguaje. Creo que cualquiera que lea el cuento estaría de acuerdo con que está escrito en un registro humorístico; cuando dije que el t
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Saludos,
Óscar