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Mostrando las entradas de julio, 2006

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (I).

I. La Tierra antes de la llegada de los dragones Aún el pedazo más grande de papel está delimitado por sus bordes. Sin embargo, si el cartógrafo es suficientemente capaz, ningún camino será interrumpido por el margen. Si, además, es un ser imaginativo — el camino realmente empezará apenas en ese punto… (Goran Petrović, Atlas descrito por el cielo ) C uando estaba en la escuela secundaria, recuerdo bien, era un muchachito tímido e inseguro. Nada más tenía un amigo, Agoran , que junto con la muerte y los impuestos, es una de las pocas cosas seguras en mi vida. Hoy soy un adulto tímido e inseguro y Agoran está en Finlandia estudiando su maestría. Afortunadamente no me quedé solo, pues aparte de Agoran, fui haciendo algunos amigos más en el camino. A partes iguales, la razón de que ahora no sea la persona más antisocial del planeta se la debo al ya mencionado Agoran y al pasatiempo que nos inventamos los dos. Como empecé diciendo, en la escuela secundaria era un muchachito tímid

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (II).

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (II). II. Dios no juega a los dados A l terminar el último curso de la escuela secundaria, me fui de vacaciones a Nueva York. De ese viaje sí recuerdo mucho, quizá recuerdo de más. Por ejemplo, recuerdo que la Estatua de la Libertad me desilusionó porque se ve mucho más pequeña en persona que en las películas y que las calles de Nueva York se ven idéntico que en las películas. Tampoco puedo olvidar las calles aledañas a Broadway, llenas de locales que vendían cine porno, el vapor pestilente que salía de las alcantarillas, ni la imagen de un hombre dando de patadas a un indigente que se había quedado dormido frente a la puerta de su casa. Puedo acordarme también de la larga caminata por el Bronx, con sus canchas enrejadas de básquetbol, para llegar al estadio de los Yankees; aunque, por razones históricas, quizás el recuerdo que se mantiene más brillante en mi mente es la imagen de la ciudad desde el mirador de las

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (III).

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (III). III. Una tertulia muy esperada L as reuniones de los viernes en casa de Agoran para jugar Vampire: The Masquerade se fueron haciendo cada vez más populares. Como un enorme reguero de pólvora (valga el lugar común), la existencia de estas reuniones se iba revelando de boca en boca y cada vez más gente quería asistir. En una ocasión, llegó a haber dieciséis personas acomodadas como se podía en la sala–comedor del departamento de Agoran, todas muy emocionadas con el juego. Al parecer, para un grupo de adolescentes de la escuela preparatoria era mucho más interesante ser un príncipe de los vampiros que ser un príncipe elfo. (Esto sucedía mucho tiempo antes de las películas del Señor de los Anillos .) Ahora bien, el Vampire que jugábamos en aquel entonces era muy distinto al que se prometía en la contraportada del libro de reglas. Vampire ni siquiera admitía ser un juego de rol, sino “un juego narrativo d

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (IV).

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (IV). IV. Cien años de oscuridad C uando es exitoso, un juego de rol deja de ser un juego de rol y se transforma en un proyecto multimedia. Por ejemplo, en el caso de Vampire no era uno sino en realidad tres juegos de rol: el propio Vampire: The Masquerade , ya descrito; Vampire: The Dark Ages , situado históricamente en la baja Edad Media; y The Masquerade . Mind’s Eye Theatre , para juegos de rol en vivo, es decir, juegos en los que te disfrazas como tu personaje y actúas todas sus acciones. Además, hay también un par de juegos de video, una serie más o menos exitosa de historietas, el obligatorio merchandising —pins, playeras, mancuernillas y tazas de café—, un serial de televisión (que fracasó estrepitosamente) y un gran número de cuentos y novelas. [Una reunión de vampiros, en la espantosa serie Kindred: The Embraced ] Pocos meses antes de entrar a la universidad, me compre la primera antología de cuentos

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (VI).

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (VI). VI. Largas noches han pasado El viejo eslogan de la segunda edición de Vampire , “un monstruo debo ser, para evitar convertirme en uno”, cambió en la edición revisada del manual por un epíteto menos personal: “Desde las sombras… trece clanes de vampiros dominan al mundo”. La nueva edición de Vampire ponía mucho más énfasis en la Jyhad, la guerra que luchaban los Antediluvianos, míticos fundadores de los clanes vampíricos y descendientes de Caín, utilizando al resto de los vampiros como sus peones y al mundo como un tablero de ajedrez. El mundo de “las últimas noches”, como ahora se llamaba a la época contemporánea, se había transformado en un campo de guerra entre los adherentes a la Camarilla, un concilio vampírico que defendía La Mascarada, una antigua tradición que dicta que los vampiros deben mantenerse escondidos entre sus presas, y el Sabbat, una agrupación vampírica que opinaba que La Mascarada no es más que u

Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (VII).

La historia completa Todo lo que quería saber, lo aprendí jugando Vampire (VII). VII. Réquiem No hubo despedidas. Como los Caballeros de la Mesa Redonda, mis amigos se desperdigaron por los cuatro vientos, cada uno en busca de su propio Santo Grial. La mejor agrupación de juegos de rol con el peor nombre posible, La Bola, desapareció en una nube de polvo y humo. Cuando el polvo se asentó y el humo se levanto ya no quedaba piedra sobre piedra… [Ruinas de un castillo transilvano] El año en que La Bola se desintegró, sin embargo, yo estaba demasiado ocupado con otras cosas como para pensar en el rol. Termine la carrera de Ingeniería Electrónica y me matriculé en Letras Hispánicas en la UNAM. Había decidido echar por la borda cualquier esperanza de seguridad económica para dedicarme a la única cosa que siempre me ha gustado: la literatura. En la Facultad de Filosofía y Letras, donde ahora estudio, todo se mueve a un ritmo diferente del resto del mundo y pronto estuve lleno de nuev