Indie Press Revolution (IPR) vende juegos de vanguardia, diseñados por autores/editores en su mayoría autopublicados, pero de calidad excepcional. Estamos hablando de libros (porque esos juegos también son libros) para los cuales una tirada de 200 ejemplares ya es hablar de palabras mayores o que en ocasiones sólo están disponibles en formato electrónico. No cualquiera puede vender en IPR, sino que la tienda elige sus artículos de acuerdo a sus propios estándares de calidad.
Las ventajas del sitio son varias. En primer lugar, es un punto de compra en común para obras de corte similar. En vez de vagar por decenas de sitios personales de editoriales diminutos, en la mayoría de los casos de una persona, es posible adquirir los productos en un sólo punto de venta. En segundo, IPR se encarga de promocionar y meter en librerías los libros que distribuye, es decir, hace su propia labor de marketing. Las librerías donde distribuye, contadas, son justo los lugares donde están los compradores potenciales y no otras. Además, ser distribuido por IPR se transforma e una marca de calidad, una seguridad de que el libro (juegos, en este caso) será de la satisfacción del potencial comprador.
Dadas las características de este modelo de negocios, ¿no iría bien un Hispanic Poetry Revolution? Algo que acerque la literatura de los bordes a aquellos que estén verdaderamente interesados en ella, sin importar límites geográficos (salvo los famosos gastos de envío) y que permita entablar el diálogo entre diferentes límites. Me consta que IPR funciona como negocio, aunque no es como para abandonar el trabajo. Es decir, haría falta un amor por la literatura a la par que un poco de conocimiento sobre el negocio de la distribución.
Si algun curioso se interesa por darse una vuelta por Indie Press Revolution, algunos de sus juegos tienen un valor literario o artístico (los demás son inovadores en otros aspectos): The Shab Al-Hiri Roach y Gray Ranks de Jason Morningstar, Polaris de Ben Lehman, Steal Away Jordan de Julia Ellingboe, Montsegur 1244 de Frederik Jensen y The Mountain Witch de Timothy Kleinert.
Las ventajas del sitio son varias. En primer lugar, es un punto de compra en común para obras de corte similar. En vez de vagar por decenas de sitios personales de editoriales diminutos, en la mayoría de los casos de una persona, es posible adquirir los productos en un sólo punto de venta. En segundo, IPR se encarga de promocionar y meter en librerías los libros que distribuye, es decir, hace su propia labor de marketing. Las librerías donde distribuye, contadas, son justo los lugares donde están los compradores potenciales y no otras. Además, ser distribuido por IPR se transforma e una marca de calidad, una seguridad de que el libro (juegos, en este caso) será de la satisfacción del potencial comprador.
Dadas las características de este modelo de negocios, ¿no iría bien un Hispanic Poetry Revolution? Algo que acerque la literatura de los bordes a aquellos que estén verdaderamente interesados en ella, sin importar límites geográficos (salvo los famosos gastos de envío) y que permita entablar el diálogo entre diferentes límites. Me consta que IPR funciona como negocio, aunque no es como para abandonar el trabajo. Es decir, haría falta un amor por la literatura a la par que un poco de conocimiento sobre el negocio de la distribución.
Si algun curioso se interesa por darse una vuelta por Indie Press Revolution, algunos de sus juegos tienen un valor literario o artístico (los demás son inovadores en otros aspectos): The Shab Al-Hiri Roach y Gray Ranks de Jason Morningstar, Polaris de Ben Lehman, Steal Away Jordan de Julia Ellingboe, Montsegur 1244 de Frederik Jensen y The Mountain Witch de Timothy Kleinert.
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