En el reacomodo de libros en el estudio, decidí dedicar un anaquel para todos los libros que tengo y que por una u otra razón, no he leído. Son unos 30. Están Cormac McCarthy, John Cheever, Sabato, Saramago, Fresán, Lezama Lima, Houellebec. Todo un festín. También en el reacomodo he ordenado libros por temas y autores. Mucha crítica literaria. Mucho Cortázar, Fuentes y Bolaño. También mucho Pynchon y mucho Daniel Sada. Lo peor de todo es que logré dejar un estante y medio vacíos: espacio para más libros. Claro, a fuerza de meter libros en cajas, regalar otros y desear no haber comprado algunos más. Por primera vez en mi vida me planteo la idea de que hay libros para conservar, para tener a la mano, y libros pasajeros, para vender a librerías de viejos o como papel. En esta última lista están todos los best-sellers que he ido acumulando con los años y algunos clásicos que no pienso volver a leer. Conservo con cariño, aunque sin mucha ilusión de conservarlo, mi primer libro: una novelización de El imperio contraataca.
Esta nota es una respuesta a un comentario de Edilberto Aldán , sobre la idea de la muerte del cuento que mencioné en una nota anterior, aunque la reflexión fue algo que me empezó a dar vueltas en diciembre, tras escribir una nota sobre el ganador del Juan Rulfo de RFI del año pasado , que es a su vez una respuesta a un comentario de Daniel Espartaco en el blog de HermanoCerdo. 1. ¿Que será que se muera el cuento? Los géneros literarios no son para siempre. La poesía épica lleva unos quinientos años de no estar en boga, y el siglo pasado se encargó de asestar la estocada de muerte a la poesía medida. También ha pasado el tiempo del género epistolar, de la novela de folletín y de los sermones. Ya entrados en gastos, la ciencia ficción como subgénero tampoco da muchas señales de vida. 1a. Lo más fácil es decir que ningún género está realmente muerto. Qué todavía se escriben sonetos, que alguien está escribiendo un enorme poema épico justo en este momento, que Los tres mosqueteros no h...
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