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Mostrando las entradas de mayo, 2012

In Memoriam Carlos Fuentes

Leí a Carlos Fuentes por primera vez en la secundaria. Aura era y creo que todavía es una lectura obligatoria en casi todas las escuelas. Aura debe estar en esa lista corta que encabeza la Biblia, de los libros que más se leen y menos se entienden. Yo tampoco la entendí. Me habría olvidado de Carlos Fuentes por completo si una compañera de la escuela de ingeniería no me hubiera prestado Cambio de piel . Después de esa novela no pude olvidar ni a Fuentes ni a la literatura. Cambio de piel es una novela que releo cada tantos años. Cada vez me parece un libro diferente, pero no me ha dejado nunca indiferente. Hay libros que lees y libros que te pasan. Carlos Fuentes escribió muchos de los segundos. También escribió libros muy malos. Después de 1978, escribió pocas cosas que valgan la pena. Me quedo con "Chac Mool", con La muerte de Artemio Cruz , con Terra Nostra . Me quedo con algunas partes de La cabeza de la hidra y me quedo con las ganas de que aunque sus últimos lib

Después de mi muerte, mi mujer se volvió loca y comenzó a demandar a todo el mundo por derechos de autor

(Este cuento apareció originalmente en Guardagujas 41. ) E n mi juventud hice un largo viaje por Europa. El poco dinero que llevaba conmigo se acabó en unas cuantas semanas. Viajar por Europa era caro o me lo parecía en aquel momento en que era joven y pobre y no conocía nada del mundo. Para no pasar hambre se me ocurrió intercambiar mis cuentos por comida. Era una idea romántica y desesperada, pero funcionó. También intercambié algunos poemas por vino, aunque nunca me consideré un poeta. Viví dos meses de escribir o, más bien, de las almas caritativas que aceptaron unas cuantas páginas escritas a mano como pago por un pedazo de pan, un queso o en una ocasión memorable un plato de fabada. Era joven, tenía hambre y sólo tenía un cuaderno y una pluma. Así viví dos meses, viajando desde Lisboa hasta Praga y luego de vuelta a Madrid, desde donde llamé a mis padres y les pedí ayuda para comprar un billete de vuelta a América. No volví a pensar demasiado en ese viaje hasta unas s