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Una semana de dieta crudivegana

Hice una semana de dieta crudivegana y lo creerás lo que pasó después

Llevo una semana comiendo sólo frutas y verduras crudas. Ha sido una semana muy difícil y quiero compartirles algunas cosas:
  • Nunca tuve mucha hambre. Quizá lo que más me llamó la atención de la dieta es que pensé que iba a morir de hambre pero nunca fue así. Lo que sí me dio fue bastante ansiedad. Los primeros tres días fueron bastante normales pero los últimos días juro que podía oler la carne cruda desde un extremo del mercado al otro. Soñé con filetes, hot cakes, espagueti con camarones y frijolitos con arroz. Sí, soñé todos los días con comida cocida
  • La comida no tiene mucha variedad. A pesar de que tenía tres menús diferentes ya para el tercer día estaba harto de la comida: había que elegir entre distintas formas de cortar, picar o licuar los alimentos pero siempre eran los mismos alimentos base. Habrá quien adore el jitomate o las espinacas, pero si no estás preparado para comerlas todos los días no durarás mucho con esta dieta.
  • El volumen de comida y la preparación son el reto principal. Pasar una semana comiendo sólo comida cruda te hace darte cuenta de primera mano de lo importante y fundamental que es el descubrimiento de la cocina. Cocer los alimentos no sólo los hace más ricos y sencillos de digerir, también te da más calorías en porciones más pequeños. Para obtener la energía diaria que necesitaba las porciones de comida que tenía que comer eran enormes y el tiempo que pasaba pelando, picando y desinfectando también era bastante significativo —y eso que tengo ya cierta experiencia picando y cortando, para alguien que no tiene idea de cómo usar un cuchillo debe ser peor—. En parte creo que por eso nunca tuve mucha hambre, siempre tuve el estómago lleno. Sin embargo casi nunca me sentía satisfecho, lo cuál me lleva al siguiente punto.
  • La dieta crudivegana es muy cara. A pesar de los grandes volúmenes de comida que comía todos los días, la mayor parte de mi energía provenía de aceites vegetales: aguacates, nueces, almendras. ¿Qué tienen en común estos alimentos? Sí, que tienen muy buenas propiedades para la salud. También, que son carísimos. Lo mismo puede decirse de la leche vegetal para prepararse los batidos. Pude haber comido filete y camarones toda la semana por el mismo gasto —aunque quizá sea demasiado colesterol—.
  • No sentí ningún cambio en particular. A veces leemos en línea historias quede gente que dice volverse crudivegana y recobra la energía y la claridad mental de su juventud, tiene un encuentro con la divinidad o desaparece su migraña crónica. En mi caso no hubo ningún cambio notable, aunque parece que baje un kilo —que habrá que ver si se mantiene cuando vuelva a mi dieta regular—. Si acaso el cambio principal es que me sentía un poco miserable y no podía estar cerca de comida de verdad sin sentir una ansiedad enorme.
Y ahora si me disculpan voy a ir a comerme una hamburguesa.

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