Durante el último año he tenido la suerte de que los libros que leo hacen eco de lo que me pasa, lo anticipan o lo glosan. A causa de esto, me quedan pocas ganas de hablar de libros porque es el equivalente a hablar de mis pequeños y grandes fracasos. No se a qué se deba este fenómeno. Si sucede porque mis experiencias son de alguna forma las experiencias por la que está pasando toda una generación o si más bien he elegido de forma inconsciente libros que me harán reflexionar sobre mi vida.
Ahora pienso que debería leer un libro feliz, que me asombre, porque quisiera una vida feliz y que me asombre. Creo que no estaría mal un poco de asombro, aunque eso no ha faltado el año pasado. Tampoco ha faltado felicidad. También pienso que me gustaría leer un libro que no fuese una novela en clave de mi propia vida. Un libro que me dijera algo pero que no tuviera nada que ver conmigo.
Ahora pienso que debería leer un libro feliz, que me asombre, porque quisiera una vida feliz y que me asombre. Creo que no estaría mal un poco de asombro, aunque eso no ha faltado el año pasado. Tampoco ha faltado felicidad. También pienso que me gustaría leer un libro que no fuese una novela en clave de mi propia vida. Un libro que me dijera algo pero que no tuviera nada que ver conmigo.
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