Every Love Story Is A Ghost Story, de D.T. Max es la primera biografía publicada del autor de Infinite Jest. El autor demuestra una buena capacidad para investigar y documentar la vida de Wallace. La prosa es irregular, aunque la mayor parte del tiempo es funcional. La historia de Wallace, desde su nacimiento hasta el momento de su muerte, ni más ni menos, es excelente.
Max tiene dos grandes aciertos en este libro:
El primero es no suponer que los lectores conocerán toda la obra de Wallace (aunque dudo que alguien que no sea fan compre esta biografía). Cada libro se presenta con un resumen de su contenido, un análisis de su primera recepción y del contexto literario en el que se creo y publicó. Así, también es una pequeña biografía de los últimos 20 años de la literatura latinoamericana desde el punto de vista de uno de sus creadores. Además, el lector avezado reconocerá los libros páginas antes de que aparezca el título con el que se publicó gracias a los guiños de Max. Es un detalle que agradeceran los conversos y los gentiles pueden ignorar sin perderse de nada.
El segundo acierto, que me parece crucial para el éxito del libro, es la capacidad de D.T Max para no levantar ningún juicio sobre la vida de Wallace. Eso es my bueno porque la figura de Wallace no es nada halagadora: mentiroso compulsivo, misógino, obsesivo e iracundo, el autor de Oblivion podía tomar material para sus historias (anédotas, frases, personajes) sin ninguna contemplación, lo cuál lo lleva a tener problemas legales en más de una ocasión. Su adicción al alcohol y a las drogas, así como su recuperación, recibe el mismo tratamiento. Max se limita a contar lo que sabe (y a contrastarlo con lo que Wallace decía que pasaba). El único momento en el que esta falta de juicio flaquea es cuando intenta dilucidar las razones por las que el escritor deja el Nardil, la droga que mantenía su depresión a raya, meses antes de su suicidio. Sobra decir que no es muy convincente.
Tampoco es muy convincente la postura crítica que toma sobre la obra de Wallace. No estoy muy seguro de que esto se deba a una verdadera inocmprensión. Creo que el biógrafo buscó ante todo ser claro y presentar sólo lo necesario para comprender las relaciones entre la vida de Wallace y su obra. En gran parte, logra ese objetivo. Las conclusiones quedan en mayor parte del lado del lector.
Para el fanático de DFW, este es un libro que hay que leer. Funciona muy bien en conjunto con Although Of Course You End Up Becoming Yourself de David Lipsky, aunque (porque) las divergencias entre lo que Wallace cuenta y lo que en realidad pasó pueden ser a veces escalofriantes.
Max tiene dos grandes aciertos en este libro:
El primero es no suponer que los lectores conocerán toda la obra de Wallace (aunque dudo que alguien que no sea fan compre esta biografía). Cada libro se presenta con un resumen de su contenido, un análisis de su primera recepción y del contexto literario en el que se creo y publicó. Así, también es una pequeña biografía de los últimos 20 años de la literatura latinoamericana desde el punto de vista de uno de sus creadores. Además, el lector avezado reconocerá los libros páginas antes de que aparezca el título con el que se publicó gracias a los guiños de Max. Es un detalle que agradeceran los conversos y los gentiles pueden ignorar sin perderse de nada.
El segundo acierto, que me parece crucial para el éxito del libro, es la capacidad de D.T Max para no levantar ningún juicio sobre la vida de Wallace. Eso es my bueno porque la figura de Wallace no es nada halagadora: mentiroso compulsivo, misógino, obsesivo e iracundo, el autor de Oblivion podía tomar material para sus historias (anédotas, frases, personajes) sin ninguna contemplación, lo cuál lo lleva a tener problemas legales en más de una ocasión. Su adicción al alcohol y a las drogas, así como su recuperación, recibe el mismo tratamiento. Max se limita a contar lo que sabe (y a contrastarlo con lo que Wallace decía que pasaba). El único momento en el que esta falta de juicio flaquea es cuando intenta dilucidar las razones por las que el escritor deja el Nardil, la droga que mantenía su depresión a raya, meses antes de su suicidio. Sobra decir que no es muy convincente.
Tampoco es muy convincente la postura crítica que toma sobre la obra de Wallace. No estoy muy seguro de que esto se deba a una verdadera inocmprensión. Creo que el biógrafo buscó ante todo ser claro y presentar sólo lo necesario para comprender las relaciones entre la vida de Wallace y su obra. En gran parte, logra ese objetivo. Las conclusiones quedan en mayor parte del lado del lector.
Para el fanático de DFW, este es un libro que hay que leer. Funciona muy bien en conjunto con Although Of Course You End Up Becoming Yourself de David Lipsky, aunque (porque) las divergencias entre lo que Wallace cuenta y lo que en realidad pasó pueden ser a veces escalofriantes.
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