Ir a Libros, Libros, Libros es como una peregrinación a La Meca. Llegar es la mitad de la aventura. Caminar de la casa al metro. Transbordar en Tacubaya. Bajarse en la estación Auditorio y tomar un camión que suba por Palmas. Bajar en Monte Líbano y caminar cinco calles hasta el Superama. Luego: dos horas revisando libro por libro todos los estantes, de rodillas a veces, de pie a veces: leer en susurros las contraportadas de los libros que parecen buenos pero que no tienes ni la menor idea de quién es el autor. Mirar con dolor el precio de los libros. Devolverlos con tristeza y prometer que se volverá por ellos en otra ocasión, pero también: tomar ese libro y llevarlo a la caja y pagar y salir a la calle con el libro en las manos y caminar las cinco calles cuesta arriba hasta Palmas y tomar un camión a la estación Auditorio del metro y transbordar en Tacubaya y caminar a la casa y echarse en la cama y ponerse a leer. Y leer. Y leer.
Twin Peaks o los hombres que no amaban a las mujeres Advertencia: este texto contiene la revelación del misterio esencial de las primeras dos temporadas de Twin Peaks: quién es el asesino de Laura Palmer. Revela más bien muy poco de las líneas argumentales de la tercera temporada, si bien su intención es esbozar algunas líneas para reflexionar sobre su desenlace. El 26 de abril de 1990, unos 17 millones de personas vieron lo que muchos críticos califican como una de las escenas más graciosas e inquietantes de la historia de la televisión. En el cuarto episodio de la primera temporada de Twin Peaks , “Rest in Pain”, un desconsolado Leeland Palmer —en una gran interpretación de Ray Wise— se lanza sobre el féretro de Laura, su hija asesinada, durante el entierro. El mecanismo elevador del ataúd se activa y padre e hija descienden juntos al agujero en la tierra, pero una avería provoca que se eleve de nuevo. Mientras Ray llora sobre la caja que contiene al cuerpo de su hija, el féret
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