Antier me lleve una sorpresa en mi vista a Ghandi, la librería que todos amamos odiar. Más bien, me llevé dos. La primera, que los libros están carísimos. Todos los que me quería comprar costaban más de 200 pesos. Algunos más, que me llamaban la atención, costaban más de 300 y pagar 300 pesos por un autor del que no se tiene ni idea es una apuesta demasiado fuerte. Para colmo, vienen retractilados en plástico, así que no hay forma de echar un vistazo. Es una idea que todavía no me queda bien clara. el retractilado protege los libros, de manera que cuando los devuelvan al editor porque no se vendieron, en buena parte porque nadie sabe de qué van ni pueden echarles un vistazo, no se maltraten. La segunda, que en la sección de saldos navideños (muy tentadora, aunque incluso con 50% de descuento los libros seguían bastante caros) las mesas estaban divididas en Ficción y No Ficción. Es decir, ya no estaban divididas en Literatura Universal, Literatura Iberoamericana, Bestsellers, Ciencia Fi...