Nuestra poesía tiene de todo, menos poetas.
Ni modo. Que Heriberto Yépez y el Milenio me saquen canas verdes no les quita que de vez en cuando tengan la boca llena de razón.
Todo comenzó en la columna de la semana pasada de Yépez en Milenio, en la que llamaba la atención sobre un poema de la revista virtual Círculo de poesía. Dicho poema , una suerte de venganza, dependía de llamar homosexuales a los aludidos para denostarlos. Con justa razón, Yépez señala la poesía no es " un abrevadero de lugares comunes y moralina machita". En castizo, que rebajar a tu rival diciéndole que es puto no sólo no es poesía sino una muestra rampante de tu desprecio por los homsexuales.
En pocas horas (el drama podía leerse a todo color en Facebook) el pseudo-poema desapareció del sitio. Ahora aparece en ese mismo diario una respuesta de Alí Calderón a la columna de Yépez en la que sin disculpar el poema (qué difícilmente tiene disculpa aunque se invoquen los espectros de Rimbaud y de Góngora, y el todavía más grande espectro de la libertad), hace notar la razón de fondo que dio origen al malhadado texto:
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Siendo casi las dos de la mañana, me doy cuenta de que escribo este tipo de notas en gran parte porque no hay otra sitio que reúna todos los enlaces de estas polémicas pasajeras en un sólo lugar.
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La respuesta de Círculo de Poesía tiene un momento de humorismo involuntario:
Mucho se ha hablado, en otras partes, del proyecto del Imperialismo Cultural, e proyecto de un mundo donde rigen por sobre todo los ideales estéticos, antes que la ética, la moral, el bienestar, el trabajo o la riqueza. Los seguidores del Imperialismo Cultural preparan, desde hace años, un plan para instaurar la Monarquía Cultural en México. Uno de los puntos claves de la rebelión consiste en derribar la Facultad de Filosofía y Letras para poner en su lugar un laboratorio genético que permita clonar a Jorge Luis Borges, para otorgarle la encomienda de erigirse en Emperador Cultural y elegir a qué otros escritores habría que clonar para formar su cuerpo de asesores literarios.
Ni modo. Que Heriberto Yépez y el Milenio me saquen canas verdes no les quita que de vez en cuando tengan la boca llena de razón.
Todo comenzó en la columna de la semana pasada de Yépez en Milenio, en la que llamaba la atención sobre un poema de la revista virtual Círculo de poesía. Dicho poema , una suerte de venganza, dependía de llamar homosexuales a los aludidos para denostarlos. Con justa razón, Yépez señala la poesía no es " un abrevadero de lugares comunes y moralina machita". En castizo, que rebajar a tu rival diciéndole que es puto no sólo no es poesía sino una muestra rampante de tu desprecio por los homsexuales.
En pocas horas (el drama podía leerse a todo color en Facebook) el pseudo-poema desapareció del sitio. Ahora aparece en ese mismo diario una respuesta de Alí Calderón a la columna de Yépez en la que sin disculpar el poema (qué difícilmente tiene disculpa aunque se invoquen los espectros de Rimbaud y de Góngora, y el todavía más grande espectro de la libertad), hace notar la razón de fondo que dio origen al malhadado texto:
Pero en realidad, Heriberto, el problema no es de pugna entre grupos sino de la estructura del aparato cultural. En México existe una indeseable urdimbre entre la legitimación literaria (obtención de becas, premios, publicación en editoriales y revistas de prestigio, etc.) y la asignación de recursos económicos. La literatura mexicana mueve dinero. Mucho o poco pero mueve dinero y nadie quiere dejar de percibirlo. El problema es que esa recaudación de legitimidad y dinero sucede en el marco de un sistema de valoración estética fundada no en el texto literario sino en la amistad, el compadrazgo, la clientela. No es cosa nueva, es de siempre: desde Sor Juana y Altamirano, desde Contemporáneos y Octavio Paz.Para enterarse cómo se llega de un pseudo-poema homofóbico a esto, los invito a leer la respuesta de Círculo de Poesía. De cualquier forma, repito, ya se sacó de línea el texto que provocó la airada reacción de Yépez, quién no saca el dedo de la llaga en su columna de esta semana. "Ese poema responde a otro, aparecido «desde la redacción» del sitio de Letras Libres, escrito por Daniel Saldaña París" que "en algo es irreprochable: posee el récord Guiness del poema más insípido con más prejuicios". Y también: "misoginia, centralismo, homofobia, ninguneo, ya ni siquiera se notan". Hasta ahí el estado de la poetiza.
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Siendo casi las dos de la mañana, me doy cuenta de que escribo este tipo de notas en gran parte porque no hay otra sitio que reúna todos los enlaces de estas polémicas pasajeras en un sólo lugar.
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La respuesta de Círculo de Poesía tiene un momento de humorismo involuntario:
Por otro lado, se podría creer en la construcción de una nueva institucionalidad, más justa, más abierta, incluyente y regida por criterios estéticos.
Mucho se ha hablado, en otras partes, del proyecto del Imperialismo Cultural, e proyecto de un mundo donde rigen por sobre todo los ideales estéticos, antes que la ética, la moral, el bienestar, el trabajo o la riqueza. Los seguidores del Imperialismo Cultural preparan, desde hace años, un plan para instaurar la Monarquía Cultural en México. Uno de los puntos claves de la rebelión consiste en derribar la Facultad de Filosofía y Letras para poner en su lugar un laboratorio genético que permita clonar a Jorge Luis Borges, para otorgarle la encomienda de erigirse en Emperador Cultural y elegir a qué otros escritores habría que clonar para formar su cuerpo de asesores literarios.
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