Estoy leyendo entretenidísimo The Devil and Sherlock Holmes, de David Grann, doce historias reales de misterio, del tipo que te hacen pensar que la realidad siempre supera la ficción. La primera historia es justamente sobre el asesinato de un experto en Sherlock Holmes y los papeles perdidos de Arthur Conan Doyle. El mundo de fanáticos y aficionados a la obra de Doyle es fascinante. Se mueve muchísimo dinero en objetos de coleccionistas y hay dos facciones peleadas —literalmente— a muerte, los Sherlockians, fanáticos que estudian al detective de Baker Street como si fuese un ser vivo y se rehúsan siquiera a pronunciar el nombre de su creador, y los Doyleans, serios académicos que estudian la obra de Doyle como si el mundo dependiera de ello.
De Grann ya había intentado leer The Lost City of Z pero no logré pasar del tercer capítulo. La mayoría de los textos de The Devil and Sherlock Holmes se publicaron en The New Yorker, al igual que el que inspiró a Lost City. Pero pasa muy seguido ya que un autor consigue un contrato para transformar una crónica o un ensayo de 20 páginas en un libro de cuatrocientas en el que 380 páginas son pura paja. Es un peligro de leer non fiction (en inglés, en español estas cosas ni existen) que hay que tener en cuenta.
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