Pero todo esto es parte de un movimiento que puede ser el mayor ataque a la cultura escrita desde el incendio de la biblioteca de Alejandría o algún otro evento terrible de quema de libros. La empresa mexicana Eventage México "subraya que las aplicaciones protegen más los
derechos de autor, ya que no se puede copiar, editar, imprimir ni compartir con otro usuario, pues están diseñadas para descarga únicamente en dispositivos y no en el ordenador." Es decir, que usted no compra un libro, compra el derecho de leer un libro en su iPad (y sólo en su iPad). El día que a Apple se le ocurra, le puede quitar el libro del dispositivo. Si a Apple no le agrada el contenido del libro, simplemente impide que se venda la "aplicación" y nunca va a poder leer ese libro (en su iPad). El día que Eventage México se le ocurra, puede quitar el libro del dispositivo. El día que al gobierno chino, norteamericano o mexicano se le ocurra, por la razón que sea, ordenar el retiro de la aplicación, usted se va a quedar sin libro. El día que decida comprarse una tableta de HP, de Samsung, de cualquiera que no sea la compañía de la manzanita se va a quedar sin libro.
A los escritores, agentes y editoriales los están timando con el argumento de que si no protegen sus libros se los van a robar. Y todos están cayendo como moscas. En primera, porque esas aplicaciones "inviolables", que no se pueden copiar ni alterar no existen y un hacker de medio pelo las puede "liberar" en cinco minutos. En segunda, porque los libros de papel NO TIENEN protección digital alguna y cualquiera que tenga un scanner los puede copiar y distribuir en Internet, en algunos casos con resultados muy superiores a las tullidas aplicaciones "protegidas contra copia". Es decir, que si alguien copiar y distribuir un libro para comercializarlo ilegalmente, lo puede hacer sin sudar ni un poco. Pero el lector de a pie pierde muchos derechos, como el derecho a prestar sus libros, a venderlos, a comprarlos para regalarlos a un amigo, a hacer notas en los márgenes...
Y todas estas compañías que llegan a vender a agentes, escritores y editoriales sus productos que "protegen los derechos de autor", obviamente, no lo hacen por caridad, sino por una buena cantidad de dinero. Te venden el miedo, el miedo a que te vayan a robar tu libro, ese libro que en derechos deja suficiente como para ir a cenar a un restaurante cutre una vez al año, y por miedo a perder la cena, compran el candado. Aunque vaya a incomodar a los pocos lectores que tienen. Aunque les prive de cosas que ayer daban por sentadas. Como parece que nadie entiende como funciona una computadora (y el iPad no es más que una computadora) ellos felices les dan su producto (los libros) y su dinero y les piden que por favor les pongan un candado. Claro que si el día de mañana se pelean con la compañía y quieren irse a otra parte con su producto, se van a encontrar conque tienen que empezar desde cero porque el candado de una compañía no es el mismo que el de la siguiente. Ellos también se privan de cosas que dan por sentado, a cambio de sentirse más seguros, de creer que no los van a robar.
Mientras tanto, pueden decir, "a mi pueden leerme en el iPad".
Preámbulo a las instrucciones para comprar un libro para el iPad
Piensa en esto: cuando compras un libro para el iPad te compras un pequeño infierno florido, una manzana plateada, un calabozo de bitios. No te dan el libro, que lo leas feliz y esperamos que te guste porque es de un buen autor; no te dan un montón de palabras que llevarás en la cabeza y pasearás contigo. Te compras —no lo sabes, lo terrible es que no lo sabes—, te compras un permiso frágil y precario para leer esas palabras, algo que en definitiva no es tuyo, que hay que leer en iPad con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te compras la necesidad de cargar la batría del iPad todos los días, la obligación de comprar el nuevo modelo del iPad cuando salga para poder seguir leyendo tu libro; te regalan la obsesión de sólo comprar libros para el iPad, en la iTunes Store, en la tienda de aplicaciones. Te compras el miedo a que te roben el iPad y pierdas todos tus libros, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te compras su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de nunca comprar una computadora que no sea un iPad. No te compras un libro, tú eres el que se vende, te estás vendiendo muy barato por el gusto de comprar un libro para el iPad.
Comentarios
La muerte del libro (impreso) se lleva cantando desde hace ya bastante rato; no ha pasado nada y esperemos que no ocurra.
Eso sí: una servidora defiende todavía la acción piratesca de leer en medios electrónicos los libros que ya no se imprimen más, que son inencontrables o que de inencontrables se hayan vuelto carérrimos, como La marea increíble de Alexander Key.
No sé si conozcan ya este videíto, pero está muy lindo... aquí tienen:
http://www.youtube.com/watch?v=iwPj0qgvfIs
:D
Aisling: Sí, de momento son más los inconvenientes. Ojalá eso cambie. Pero concuerdo en lo de la calculadora maizoro.
Kid Buda: Gracias, carnal.
http://hermanocerdo.anarchyweb.org/index.php/2010/07/derechos-digitales-por-que-los-libros-del-futuro-pueden-quitarnos-los-derechos-del-pasado/