En circunstancias bastante extrañas, discutía ayer con mi padre Children of Men, la nueva película de Alfonso Cuarón, que aquí en México lleva el espantoso y literal título de Niños del hombre. En mi opinión, Children of Men es probablemente la mejor película del año. De acuerdo a mi padre es más bien una película algo floja. Más allá de que el gusto se rompe en géneros, los invito a escuchar las dos opiniones, a modo de reseña.
Children of Men se ubica en un futuro cercano, donde el terrorismo ha hecho presa del mundo y sólo el régimen fascista de la Gran Bretaña ha logrado sobrevivir más o menos entero. Este régimen se apoya en dos puntos principales: capturar y encarcelar a todos los inmigrantes ilegales e investigar las causas de la pandemia de infertilidad humana, que ha provocado que en al menos dieciocho no haya habido ningún alumbramiento. Contra el totalitarismo, se levantan algunas organizaciones radicales, como The Fishes, y el misterioso Human Proyect.
Aquí, de acuerdo a mi padre, comienzan los problemas de la película. El trasfondo le parece forzado y poco creíble, más una alegoría que un futuro posible, lo que demerita más adelante en varios puntos de la trama de la película. Contra esto, tengo que decir que el mundo ideado por Cuarón, el fotógrafo Emmanuel Lubezki, y el brillante equipo de dirección de arte, compuesto por Ray Chan, Paul Ingis, Stuart Rose y Mark Stallion, es visualmente deslumbrante, detallista y terriblemente crudo, con una fuerte atención a la iluminación y al balance de las tomas, a la recreación (o invención) de un futuro orgánico, totalmente alejado del fascismo a la Disney de filmes como V for Vendetta o Demolition Man.
[Así se ve el Reino Unido del futuro en Children of Men]
En cuanto a las actuaciones, que mi padre encuentra algo regulares, ambos coincidimos en resaltar las enormes tablas que demuestra el veterano Michael Caine, que interpreta a un rico y decadente ex hippie, un papel que no debería sorprender a nadie le diera varios premios a quien alguna vez interpretara a Devon en El auto increíble. Tanto Clive Owen como Julianne Moore se muestran suficientes en sus protagónicos, pero son casi devorados por una plétora de actores secundarios en papeles coloridos y profundos.
Más allá de todos los brillos de la película, su máximo fulgor radica en la excepcional dirección de Alfonso Cuarón. El director de cintas como Y tu mama también y Harry Potter y El prisionero de Azkabán da en esta su más reciente cinta una muestra de virtuosismo que lo ponen en el mismo nivel de directores como Stanley Kubrick y Orson Welles. No creo exagerar. Children of Men es el debut de Cuarón como verdadero cineasta.
Las muestras de ese virtuosismo abundan en la cinta. La más polémica, es una secuencia en la que una mujer da a luz en un cuarto dilapidado, mientras Clive Owen hace de partera. El alumbramiento no usó efectos especiales, sino que es complemente real. Otra escena, la más espectacular, es un enorme plano secuencia, con más de cincuenta actores, en la que el personaje de Clive Owen se abre paso entre el fuego de decenas de rifles y un tanque, avanzando unos doscientos metros en la calle, entra a un edificio, sube varios pisos de escaleras, tiene un diálogo con otros dos personajes, todo eso mientras hay un asedio sobre el edificio, y finalmente se aleja. Todo lo anterior, como ya dije, en una sola toma.
[Un cuadro del espectacular plano secuencia]
Más allá de la dificultad técnica de estas escenas, hay una clara intención detrás de ellas, como de todos los desplazamientos de cámara de la película. No hay sólo un despliegue de capacidad técnica para impresionar al espectador, sino que hay una ética detrás de todas y cada una de los planos de Alfonso Cuarón. La cámara se transforma, en Children of Men en un ojo crítico, que se cuestiona la “realidad” en la que se encuentra, como si buscara retratar un conflicto real, dando al espectador (por espectador entiéndase: el lector) todos los elementos para realizar un juicio.
Esta ética está reforzada por el montaje de la cinta, cuyos elementos sirven además para introducir nueva información, de forma que toda la exposición esta dada por los elementos del transfondo en vez de por voz de uno de los personajes, lo que le da un mayor peso para elaborar la verosimilitud de la historia. Otro elemento del montaje que me impresionó es el uso de la música en la cinta, ya que toda ella es incidental, es decir, sólo escuchamos lo mismo que los personajes escuchan, no hay soundtrack.
Todos estos elementos fílmicos, por cierto, no fueron suficientes para que mi padre le diera su visto bueno a la película. La razón se encuentra en la trama. Eso quiere decir que si no has visto Children of Men deberías de dejar de leer la reseña en este momento y volver después de haberla visto. Considérate advertido.
Theodore Faron, el personaje de Owen, es comisionado por Julian Taylor, líder de The Fishes, interpretada por Julianne Moore, para llevar a Kee, una adolescente negra, milagrosamente embrazada, hasta un misterioso barco controlado por The Human Proyect, bajo la premisa de que esta organización puede servirse de Kee y su hijo para resolver el problema de la infertilidad y por tanto devolver la esperanza a la raza humana. Para lograr su cometido, Faron debe escapar del gobierno, de varios grupos terroristas y de los fantasmas de su pasado. Es decir, la trama es, hasta cierto punto, predecible.
[Theo Faron y Juilan Taylor]
Hay varias sorpresas, por ejemplo, el hecho de que el personaje de Moore muera muy pronto en la cinta, de una manera especialmente cruda o que mucho más tarde en la cinta decubramos que Theo Faron y Julian Taylor estaban casados y tuvieron un hijo, Dylan, que murió en la infancia. Estos giros de la trama fueron los que molestaron especialmente a mi padre, que los encontró poco creíbles y sensacionalistas.
En una de las escenas clave de la cinta, justo después del ya mencionado plano secuencia del asedio al edificio, Kee y The Faron escapan gracias al arrobamiento casi iniciático que experimentan todas las personas a su alrededor al ver al bebe recién nacido, lo cual mi padre encontró exagerado, al igual que el final abierto de la cinta, que deja muy poco claro si ha valido o no la pena el esfuerzo del protagonista.
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