No importa
que al pasarte el salero
te lo dé en la mano
y no lo ponga en la mesa
No importa
que la sal se derrame
y en vez de echarla sobre el hombro
pases el recogedor
No importa
que el mar se seque
y sólo nos quede en las manos
un puñado de cristales blancos
que al pasarte el salero
te lo dé en la mano
y no lo ponga en la mesa
No importa
que la sal se derrame
y en vez de echarla sobre el hombro
pases el recogedor
No importa
que el mar se seque
y sólo nos quede en las manos
un puñado de cristales blancos
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