Un sueño
John Connor, el líder de la resistencia humana en la lucha contra la Máquina, está muerto. No queda bien claro por qué, pero al inicio de la cinta todos sabemos que John Connor está muerto. La lucha por la humanidad está perdida. La sensación de pérdida se siente en los primeros planos de la cinta, en la actual Nueva York, una sensación como de que el mundo se ha acabado pero todavía no nos hemos dado cuenta.
Jeff Daniels aparece desnudo y con una enorme barba en medio de la ya típica esfera de electricidad, ante la mirada atónita de David Dorfman, un jovencito vagabundo que dormía debajo de un cartón cuando Daniels llega del futuro. Sigue lo típico: Daniels advierte al jóven de lo importante que es su misión para salvar el futuro, que John Connor está muerto, que es su culpa pero el puede arreglarlo. A todas luces el hombre está algo trastornado y no parece ser sólo por el viaje temporal. La interpretación es muy parecida a la de Bruce Willis en Doce Monos, pero no tan exagerada. El joven se asusta al ver al loco desnudo hablándole del futuro, pero se puede ver en sus ojos que le cree. Claro, si no no habría película. También: quizás el joven no tiene nada que esperar, nada en que creer, y que un extraño aparezca en una esfera eléctrica de la nada le ofrece un sentido a su vida que no había tenido antes.
Sigue lo obvio. Una señora con tubos en la cabeza se asoma por la ventana y ve a un hombre desnudo hablando con un niño en la calle. Llama a la policía. Con una velocidad que nunca tiene en la vida real, la policía se presenta en forma de tres patrullas. Daniels consigue una frazada, ropa y una celda. La policía hace caso omiso de sus gritos de que debe salir de la cárcel para salvar al mundo de la Máquina. Dorfman va a parar con el típico imbécil de servicio social que le muestra un muñeco para que le explique dónde lo tocó el hombre malo. Se entiende que pasan horas, que el niño no tiene parientes y que el hombre del futuro se desespera cada vez más. Una joven y bella policía pone un poco más de atención a sus gritos y recuerda algo que estudió en la Academia. Ese algo es el caso de Sarah Connor. Presenta a sus superiores un archivo fotográfico de Sarah y John cuando en 1995 volaron las instalaciones de Cyberdyne Systems. Primero se burlan de ella y le preguntan si cree que el hombre verdaderamente viene del futuro, pero cuando la joven y bella policía les recuerda el 11-S y el Patriot Act y cosas similares, dejan de reír. Uno de sus superiores decide llamar al FBI. Tiene el teléfono en la mano cuando comienzan los disparos.
El causante de los disparos es Hugo Weaving, que prácticamente repite su papel como el Agente Smith en The Matrix, salvo porque ahora su traje es café (más adelante nos enteraremos que lo robó a un profesor de Filosofía) y ahora es un T-850 que ha sido enviado desde el futuro para salvar a Daniels, no se sabe muy bien por quién. La escena de la balacera es corta y violenta, aunque no se ve demasiada sangre en escena. Es aquí donde comenzamos a sospechar que Terminator 7 no tiene mucho presupuesto o está diseñada para salir directo a televisión, porque los efectos especiales están sorprendentemente ausentes o son muy austeros. La última en morir es la joven y bella policía, que mira con terror al Terminator del futuro, pero aún así le apunta con su arma reglamentaria y la descarga. La bala rebota en la mejilla del cyborg sin hacerle mella. «No te pareces a él», dice la policía. El T-850 mira hacia el suelo, donde están desperdigados los papeles del archivo de Sarah Connor, entre los que se encuentra una foto de Arnold Schwarzenegger. «Soy un modelo nuevo», contesta, y después la mata con un tiro en la frente.
Sigue más de lo obvio: Weaving abre la puerta de la celda de una patada y rescata a Jeff Daniels («Come with me if you want to live.»), discuten un poco ante la insistencia de Daniels por llevar con ellos al chico de la calle, pero es obvio que la máquina está programada para seguir las órdenes de Daniels. Dorfman se une al escape, sin soltar el muñeco que el trabajador social le ha dejado antes de morir por una bala perdida. Roban una patrulla y se pierden en la ciudad, que sigue anunciando de maneras casi imperceptibles el fin del mundo: locales cerrados, basura en las calles, luces que parpadean, se apagan y luego no vuelven a prender más.
El T-850 los lleva a un hotel de lujo, donde paga con tarjeta de crédito. En un homenaje algo innecesario a The Matrix, la máquina se registra bajo el nombre de Mr. Anderson. Ya en su cuarto, Daniels les explica que el es el creador de la máquina que viaja en el tiempo. Sin embargo, se ha dado cuenta de que lo único que hace su máquina en realidad es crear una anomalía temporal. En el momento en que Kylee Reese y el primer Terminator viajan al pasado, se crea una suerte de círculo vicioso: dado que han llegado del futuro a detener el pasado, no pueden en realidad cambiarlo, ya que eso impediría que pudieran llegar del futuro en primer lugar... La única manera de evitar que la Máquina destruya el mundo, que John Connor muera y la humanidad desaparezca es cerrando esa anomalía, de manera que el futuro quede de nuevo en un estado indeterminado, que puede ser mejor o peor del que tienen ahora, aunque él duda mucho que pueda ser peor. Después de infiltrarse a una base de Skynet, ser apresado y torturado, Daniels convence a las Máquinas de que puede hacer una mejor máquina temporal, pero en realidad sólo construye una para poder escapar. Es mucha exposición, que afortunadamente se alivia mostrando flashbacks de los eventos del futuro, en los cuales se entiende que John Connor (en el futuro, Christian Bale, con filme reciclado de Terminator Salvation) muere tratando de rescatar a Daniels, aunque esto no lo cuenta.
Para arreglar el futuro, basta infiltrarse en un centro de investigaciones gubernamental donde un joven Daniels (él mismo, pero sin barba) está construyendo el primer prototipo de máquina del tiempo. Las instalaciones están en un bunker bajo tierra, pero acá ya no hay tiempo para sutilezas. Dorfman hace de señuelo, el T-850 se encarga de el trabajo sucio y Daniels, ayudado por sí mismo, activa la máquina (que parece un giroscopio de feria) para arreglar el problema. Sin embargo, es obvio que algo sale mal, porque cuando la máquina se apaga Daniels se ha transformado en un monstruo de dos cabezas, una barbada y otra lampiña, como si fuese el Jack de la baraja.
Derrotados, el mutante Daniels, Weaving y Dorfman vuelven al hotel. Mientras el Terminator sale a la calle a buscar quién sabe qué, el chico sale a las calles a vagabundear, sin saber muy bien que hacer tampoco y termina en el callejón donde encontró a Daniels por primera vez, de donde ve salir a un desnudo pero mucho más joven John Connor (Thomas Dekker) que le explica al jovencito que ha venido del futuro a prevenir su propia muerte y le pide que lo lleve con Daniels. El chico lo lleva al hotel, donde Connor y Daniels tienen una larga conversación filosófica, sobre el futuro, la muerte, la Máquina y otros menesteres. El muchacho lo mira todo por el ojo de la cerradura, pues es una conversación privada. Gracias a la misma, Daniels comprende que debe morir para finalizar el proceso y salvar el universo, así que le pide a Connor que lo mate. «Con gusto», dice Connor, y Dorfman ve por el espejo de la habitación cómo el rostro de Connor se disuelve en metal líquido. Connor no es Connor sino un T-1000 (¡Holy Fucking Shit!), así que Daniels muere atravesado por la espada en la que se transformó el brazo del falso Connor. Alertado por los gritos del joven, Hugo Weaving entra en acción. Entre el T-850 y el T-1000 destruyen el cuarto de hotel, pero es claro que el T-1000 va a ganar. «I'll be back» son las últimas palabras de Weaving, antes de que el Terminator de metal líquido destruya su chip.
Dorfman huye del cuarto, perseguido con morosidad por el T-1000, que toma la apariencia de Weaving. El joven se pierde entre la gente en el gran vestíbulo del hotel, donde hay una gran aglomeración (se activaron las alarmas de incendio durante la batalla final) mientras Weaving lo busca con calma. La cámara se aleja, entre el clamor de la gente. No sabemos si el Terminator encontrará pronto al joven o no, mientras la cámara se continua alejando, sale del vestíbulo del hotel y se coloca por sobre los edificios de Nueva York. El cielo, encapotado, anuncia una fuerte tormenta.
Fin
John Connor, el líder de la resistencia humana en la lucha contra la Máquina, está muerto. No queda bien claro por qué, pero al inicio de la cinta todos sabemos que John Connor está muerto. La lucha por la humanidad está perdida. La sensación de pérdida se siente en los primeros planos de la cinta, en la actual Nueva York, una sensación como de que el mundo se ha acabado pero todavía no nos hemos dado cuenta.
Jeff Daniels aparece desnudo y con una enorme barba en medio de la ya típica esfera de electricidad, ante la mirada atónita de David Dorfman, un jovencito vagabundo que dormía debajo de un cartón cuando Daniels llega del futuro. Sigue lo típico: Daniels advierte al jóven de lo importante que es su misión para salvar el futuro, que John Connor está muerto, que es su culpa pero el puede arreglarlo. A todas luces el hombre está algo trastornado y no parece ser sólo por el viaje temporal. La interpretación es muy parecida a la de Bruce Willis en Doce Monos, pero no tan exagerada. El joven se asusta al ver al loco desnudo hablándole del futuro, pero se puede ver en sus ojos que le cree. Claro, si no no habría película. También: quizás el joven no tiene nada que esperar, nada en que creer, y que un extraño aparezca en una esfera eléctrica de la nada le ofrece un sentido a su vida que no había tenido antes.
Sigue lo obvio. Una señora con tubos en la cabeza se asoma por la ventana y ve a un hombre desnudo hablando con un niño en la calle. Llama a la policía. Con una velocidad que nunca tiene en la vida real, la policía se presenta en forma de tres patrullas. Daniels consigue una frazada, ropa y una celda. La policía hace caso omiso de sus gritos de que debe salir de la cárcel para salvar al mundo de la Máquina. Dorfman va a parar con el típico imbécil de servicio social que le muestra un muñeco para que le explique dónde lo tocó el hombre malo. Se entiende que pasan horas, que el niño no tiene parientes y que el hombre del futuro se desespera cada vez más. Una joven y bella policía pone un poco más de atención a sus gritos y recuerda algo que estudió en la Academia. Ese algo es el caso de Sarah Connor. Presenta a sus superiores un archivo fotográfico de Sarah y John cuando en 1995 volaron las instalaciones de Cyberdyne Systems. Primero se burlan de ella y le preguntan si cree que el hombre verdaderamente viene del futuro, pero cuando la joven y bella policía les recuerda el 11-S y el Patriot Act y cosas similares, dejan de reír. Uno de sus superiores decide llamar al FBI. Tiene el teléfono en la mano cuando comienzan los disparos.
El causante de los disparos es Hugo Weaving, que prácticamente repite su papel como el Agente Smith en The Matrix, salvo porque ahora su traje es café (más adelante nos enteraremos que lo robó a un profesor de Filosofía) y ahora es un T-850 que ha sido enviado desde el futuro para salvar a Daniels, no se sabe muy bien por quién. La escena de la balacera es corta y violenta, aunque no se ve demasiada sangre en escena. Es aquí donde comenzamos a sospechar que Terminator 7 no tiene mucho presupuesto o está diseñada para salir directo a televisión, porque los efectos especiales están sorprendentemente ausentes o son muy austeros. La última en morir es la joven y bella policía, que mira con terror al Terminator del futuro, pero aún así le apunta con su arma reglamentaria y la descarga. La bala rebota en la mejilla del cyborg sin hacerle mella. «No te pareces a él», dice la policía. El T-850 mira hacia el suelo, donde están desperdigados los papeles del archivo de Sarah Connor, entre los que se encuentra una foto de Arnold Schwarzenegger. «Soy un modelo nuevo», contesta, y después la mata con un tiro en la frente.
Sigue más de lo obvio: Weaving abre la puerta de la celda de una patada y rescata a Jeff Daniels («Come with me if you want to live.»), discuten un poco ante la insistencia de Daniels por llevar con ellos al chico de la calle, pero es obvio que la máquina está programada para seguir las órdenes de Daniels. Dorfman se une al escape, sin soltar el muñeco que el trabajador social le ha dejado antes de morir por una bala perdida. Roban una patrulla y se pierden en la ciudad, que sigue anunciando de maneras casi imperceptibles el fin del mundo: locales cerrados, basura en las calles, luces que parpadean, se apagan y luego no vuelven a prender más.
El T-850 los lleva a un hotel de lujo, donde paga con tarjeta de crédito. En un homenaje algo innecesario a The Matrix, la máquina se registra bajo el nombre de Mr. Anderson. Ya en su cuarto, Daniels les explica que el es el creador de la máquina que viaja en el tiempo. Sin embargo, se ha dado cuenta de que lo único que hace su máquina en realidad es crear una anomalía temporal. En el momento en que Kylee Reese y el primer Terminator viajan al pasado, se crea una suerte de círculo vicioso: dado que han llegado del futuro a detener el pasado, no pueden en realidad cambiarlo, ya que eso impediría que pudieran llegar del futuro en primer lugar... La única manera de evitar que la Máquina destruya el mundo, que John Connor muera y la humanidad desaparezca es cerrando esa anomalía, de manera que el futuro quede de nuevo en un estado indeterminado, que puede ser mejor o peor del que tienen ahora, aunque él duda mucho que pueda ser peor. Después de infiltrarse a una base de Skynet, ser apresado y torturado, Daniels convence a las Máquinas de que puede hacer una mejor máquina temporal, pero en realidad sólo construye una para poder escapar. Es mucha exposición, que afortunadamente se alivia mostrando flashbacks de los eventos del futuro, en los cuales se entiende que John Connor (en el futuro, Christian Bale, con filme reciclado de Terminator Salvation) muere tratando de rescatar a Daniels, aunque esto no lo cuenta.
Para arreglar el futuro, basta infiltrarse en un centro de investigaciones gubernamental donde un joven Daniels (él mismo, pero sin barba) está construyendo el primer prototipo de máquina del tiempo. Las instalaciones están en un bunker bajo tierra, pero acá ya no hay tiempo para sutilezas. Dorfman hace de señuelo, el T-850 se encarga de el trabajo sucio y Daniels, ayudado por sí mismo, activa la máquina (que parece un giroscopio de feria) para arreglar el problema. Sin embargo, es obvio que algo sale mal, porque cuando la máquina se apaga Daniels se ha transformado en un monstruo de dos cabezas, una barbada y otra lampiña, como si fuese el Jack de la baraja.
Derrotados, el mutante Daniels, Weaving y Dorfman vuelven al hotel. Mientras el Terminator sale a la calle a buscar quién sabe qué, el chico sale a las calles a vagabundear, sin saber muy bien que hacer tampoco y termina en el callejón donde encontró a Daniels por primera vez, de donde ve salir a un desnudo pero mucho más joven John Connor (Thomas Dekker) que le explica al jovencito que ha venido del futuro a prevenir su propia muerte y le pide que lo lleve con Daniels. El chico lo lleva al hotel, donde Connor y Daniels tienen una larga conversación filosófica, sobre el futuro, la muerte, la Máquina y otros menesteres. El muchacho lo mira todo por el ojo de la cerradura, pues es una conversación privada. Gracias a la misma, Daniels comprende que debe morir para finalizar el proceso y salvar el universo, así que le pide a Connor que lo mate. «Con gusto», dice Connor, y Dorfman ve por el espejo de la habitación cómo el rostro de Connor se disuelve en metal líquido. Connor no es Connor sino un T-1000 (¡Holy Fucking Shit!), así que Daniels muere atravesado por la espada en la que se transformó el brazo del falso Connor. Alertado por los gritos del joven, Hugo Weaving entra en acción. Entre el T-850 y el T-1000 destruyen el cuarto de hotel, pero es claro que el T-1000 va a ganar. «I'll be back» son las últimas palabras de Weaving, antes de que el Terminator de metal líquido destruya su chip.
Dorfman huye del cuarto, perseguido con morosidad por el T-1000, que toma la apariencia de Weaving. El joven se pierde entre la gente en el gran vestíbulo del hotel, donde hay una gran aglomeración (se activaron las alarmas de incendio durante la batalla final) mientras Weaving lo busca con calma. La cámara se aleja, entre el clamor de la gente. No sabemos si el Terminator encontrará pronto al joven o no, mientras la cámara se continua alejando, sale del vestíbulo del hotel y se coloca por sobre los edificios de Nueva York. El cielo, encapotado, anuncia una fuerte tormenta.
Fin
Comentarios
¡Qué buen viaje, René!