I don’t like what Operation Iraqi Freedom has done to me. I went to the war a soldier; I came back as a vampire.
Por eso me sorprende gratamente el trabajo de Mario Acevedo en The Nymphos of Rocky Flats. La novela, que se asume desde el primer momento como un homenaje a las películas de serie B como Plan 9 del espacio exterior o El show de horror de Rocky, cuenta una de las aventuras de Félix Gómez, chicano, ex soldado, vampiro y detective privado, mientras investiga un misteriosa epidemia de ninfomanía en una base nuclear y trata de escapar de un grupo de cazavampiros transilvanos. Casi todos los lugares comunes del género, y también del género negro, tiene cabida en la trama: persecuciones, escapes milagrosos, transformaciones en lobo, escenas sexuales innecesarias y más vueltas de tuerca que en una telenovela brasileña.
Sin embargo, la premisa de la novela puede resultar engañosa. “No me gusta lo que me hizo la operación Libertad Iraquí. Fui a la guerra como soldado y regresé como un vampiro” es el primer párrafo de la novela. El párrafo, tomado en su sentido literal, anuncia la montaña de excesos por venir, pero que en su tono metafórico resalta el tema principal de la novela, a saber, los excesos cometidos por el gobierno norteamericano tras los eventos del 11 de septiembre y como ciertos interese se aprovechan de la tragedia para conseguir una ganancia propia.
El detective vampiro Félix Gómez se rehúsa a beber sangre humana por su sentimiento de culpa, pero ninguno de los otros personajes están dispuestos a realizar tal sacrificio. En una carrera loca y desbocada por resolver el caso, recibir su paga y quedarse con la chica (una driada, nada más y nada menos), sin embargo, Félix lleva a más de diez a la tumba, mientras sus poderes vampíricos desaparecen debido a su negativa para ingerir sangre humana. En definitiva, en esta novela no hay buenos ni malos, sino solamente malos, malditos y desgraciados.
La novela es, también, una enorme burla a la “escena” Goth, gótica o como sea que ahora se llame esa extraña subcultura de personas que se visten de negro y pretenden ser vampiros o juran serlo. Acevedo, que debe tener conocimiento directo de este tipo de personas por lo bien que las represente, no deja estereotipo sin ridiculizar, aunque lo hace de forma bastante jocosa.
Si bien la prosa de Mario Acevedo es ágil y en la mayoría de los casos aceptable, a ratos se vuelve la peor enemiga de la historia. A ratos la narración se vuelve demasiado seria, como si Acevedo en verdad se creyera lo que está diciendo, y entonces el delicioso humor se disuelve. No obstante, la mayor parte del tiempo la novela es disfrutable si el lector está dispuesto a aceptar la ridiculez de esta parodia como un elemento propio del género al que rinde tributo y no trata de hallarle sentido alguno a la trama.
La página de internet del Mario Acevedo anuncia que ya está planeada una secuela, X-Rated Blood Suckers, en la que Félix Gómez investiga el asesinato de una estrella de cine exótico. Si logra corregir los errores de esta primera entrega, Mario Acevedo podría convertirse en un escritor de lectura altamente recomendable.
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Descubrí The Nymphos of Rocky Flats en una nota en Puente Aéreo, el blog del crítico peruano Gustavo Faverón Patriau, desde donde también se puede seguir un vínculo a una entrevista con Mario Acevedo, en donde habla de las vicisitudes de la publicación de esta primera novela. Mi mala memoria me hizo pensar que Gustavo recomendaba la novela, aunque ahora me doy cuenta de que no la ha leido. Gracias de todas formas, Gustavo.
Comentarios
pero no es hasta que haces alusion a la escena Goth, que me dieron ganas de leerlo... aunque debo decir que no todos los gotiquillos se sienten vampiros... ciertamente, eso no es una generalidad, al menos, nunca en el fondo y definitivamente no en estos tiempos.
Saludillos Rene...
Hoy publiqué en el diario donde trabajo una entrevista con Acevedo. Por si te interesa, está posteada en mi blog.
Saludos
Ernesto