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Sangre eterna (2002), de Jorge Olguín


¿En verdad existen los vampiros? ¿No será que en realidad estos seres sólo habitan la imaginación de los obsesos jugadores de Sangre eterna? Ésta, la segunda película del realizador chileno Jorge Olguín, se dispone a resolver esta interrogante.

La historia se centra en un grupo de universitarios jugadores de rol, obsesionados por los vampiros. Una de ellos, una muchacha conocida dentro del juego como Carmilla, comienza una relación amorosa con M., el líder del grupo, (justo como el asesino de Fritz Lang) al tiempo que se sumerge en el submundo gótico de Chile. Pronto, el grupo conoce a nuevos y peligrosos amigos, liderados por Dahmer, un joven extraño que se comporta como si verdaderamente fuera un vampiro. El conflicto se desata cuando M., confundido por las drogas y su papel de director en el juego de rol comienza a creer que Dahmer es en verdad un vampiro. ¿Será que M. se está volviendo loco? ¿Será que en realidad Dahmer es un vampiro?

Con efectos especiales que en realidad nunca desmerecen, sería un error, sin embargo, juzgar a Sangre eterna como una película de terror. Es, ante todo, una película de vampiros, probablemente la más seria creada hasta la fecha. Es también, ante todo, una película chilena de vampiros, y ahí es donde se encuentra su verdadera profundidad.

Jorge Olguín, mediante un excelente trabajo de cámaras y apoyado por los elementos visuales que le presta su propia patria, recrea un Chile vampírico que nada desmerece al Londres de Stoker. Hay en la película un discurso subterráneo como las costumbres de la subcultura que aborda, y que habla de los verdaderos vampiros de la sociedad chilena y como trata de lidiar ésta con ellos. Aunque, de acuerdo a la sociedad, esos vampiros no existen. Sólo aparecen en los manuales del juego de rol Sangre eterna, que han infectado la mente del joven M. Porque los vampiros no existen, ¿verdad?

Por cierto, otro de los grandes puntos de la película es su banda sonora, como la siguiente canción, del grupo chileno Lucybell:



(Una versión un tanto distinta de esta reseña aparece en mi blog sobre juegos de rol, Against the Shadow)


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