En este sueño, estoy jugando Guitar Hero. Más bien, estoy mirando un cielo estrellado, el universo, y todo el universo es un juego de Guitar Hero y lo que veo es parecido a esto:
El universo es un solo de guitarra interminable. Yo muevo las manos por los botones de la guitarra de juguete y atrapo todas las notas que llueven hacia mí, una lluvia de estrellas, una lluvia de música que avanza cada vez más y más rápido en patrones cada vez más complicados, imposibles. En el sueño soy mucho mejor que cuando estoy despierto. Capturo todas y cada una de las notas y se escucha un solo de guitarra triste y feroz, feroz y triste, enojado, sublime. Pero el patrón de las notas se vuelve cada vez más rápido y complicado, como si estuviera jugando una canción de Buckethead o de Satriani, sólo que no se escucha como si fuera una canción de Satriani sino como uno de esos interminables solos de rock sureño. Pronto las notas van más rápido de lo que puedo mover la mano y fallo algunas cuantas. Me recupero.
El sueño, como el solo, parece interminable. Las manos me duelen, pero la canción sigue en infinitas variaciones, sin repetirse nunca, sin escuchar nada que indique que la canción va a terminar. Cada vez me canso más. Dejo pasar algunas notas sólo para descansar la mano y por un momento el universo se torna silencioso. Luego continúo. Y el solo de guitarra continua y se hace todavía más complicado y toco todas y cada una de las notas, sin tratar de pensar, dejándome guiar por el instinto y por el dolor caliente y rojo que se acumula en el dorso de mi mano.
Me despierta el teléfono. En mi télefono suena el inicio de Tarantulla de The Smashing Pumpkins. Oigo tu voz. Entonces sé que todo va a estar bien. Sólo que no es cierto. No suena el teléfono y no me despierto. Sigo jugando ese solo de guitarra incesante hasta que muchas horas después, agotado, abro los ojos.
El universo es un solo de guitarra interminable. Yo muevo las manos por los botones de la guitarra de juguete y atrapo todas las notas que llueven hacia mí, una lluvia de estrellas, una lluvia de música que avanza cada vez más y más rápido en patrones cada vez más complicados, imposibles. En el sueño soy mucho mejor que cuando estoy despierto. Capturo todas y cada una de las notas y se escucha un solo de guitarra triste y feroz, feroz y triste, enojado, sublime. Pero el patrón de las notas se vuelve cada vez más rápido y complicado, como si estuviera jugando una canción de Buckethead o de Satriani, sólo que no se escucha como si fuera una canción de Satriani sino como uno de esos interminables solos de rock sureño. Pronto las notas van más rápido de lo que puedo mover la mano y fallo algunas cuantas. Me recupero.
El sueño, como el solo, parece interminable. Las manos me duelen, pero la canción sigue en infinitas variaciones, sin repetirse nunca, sin escuchar nada que indique que la canción va a terminar. Cada vez me canso más. Dejo pasar algunas notas sólo para descansar la mano y por un momento el universo se torna silencioso. Luego continúo. Y el solo de guitarra continua y se hace todavía más complicado y toco todas y cada una de las notas, sin tratar de pensar, dejándome guiar por el instinto y por el dolor caliente y rojo que se acumula en el dorso de mi mano.
Me despierta el teléfono. En mi télefono suena el inicio de Tarantulla de The Smashing Pumpkins. Oigo tu voz. Entonces sé que todo va a estar bien. Sólo que no es cierto. No suena el teléfono y no me despierto. Sigo jugando ese solo de guitarra incesante hasta que muchas horas después, agotado, abro los ojos.
Comentarios
Y en cierta manera me hace eco de un pequeño descubrimiento que acabo de entender hace poco tiempo.
Guitar Hero es un juego de rol (rol en vivo, si se le quiere tomar así por la guitarrita). Sólo que en lugar de ser un hechicero poderoso, un sangriento mercenario o un atormentado vampiro estás jugando a ser un guitarrista de rock...
Por supuesto, la habilidad para tocar la guitarra de juguete en lugar de aprender con una real podría compararse con la misma comparación con una espada de espuma.