No hay forma más sencilla de sentirse superior que mirar por encima del hombro a quien va leyendo El Código Da Vinci o la nueva novela de Pérez-Reverte. Es un deporte inevitable. Pero tenemos más en común con ellos que con esos tipos que pasan la tarde pateando gatos o mirando fútbol y que no leen ni en defensa propia.
Eso sí, tenemos más en común con los que patean gatos y nunca leen un libro que con todos los autonombrados poetas que han escrito diez líneas cortas y creen que cambiarán al mundo con sus "versos". La poesía con cáncer. (Es decir, aquellos que no leen pero hacen como que escriben.) Tenemos más en común con los pateadores de gatos que con los que escriben una novela como si escribieran un informe de gastos, con los que leen como si fueran los únicos que saben leer.
En vez de caerse mal, leerse. Pero nos sobra demasiada política, demasiada hambre.
Eso sí, tenemos más en común con los que patean gatos y nunca leen un libro que con todos los autonombrados poetas que han escrito diez líneas cortas y creen que cambiarán al mundo con sus "versos". La poesía con cáncer. (Es decir, aquellos que no leen pero hacen como que escriben.) Tenemos más en común con los pateadores de gatos que con los que escriben una novela como si escribieran un informe de gastos, con los que leen como si fueran los únicos que saben leer.
En vez de caerse mal, leerse. Pero nos sobra demasiada política, demasiada hambre.
Comentarios
Como lector de toda la vida y con muchos amigos también muy lectores (e "intelectuales"), se nos revuelve las tripas cuando vemos a alguien leyendo cosas de Dan Brown (para colmo tengo un amigo que es profesor de Ciencias Sagradas). Pero hay que reconocerles el mérito. Es preferible un lector de "basura" antes de alguien que, como decís vos, no lee ni con un arma en la cabeza.
Es por eso que siempre me gusta ver (aunque ahora ya no pasa) chicos y chicas jóvenes con esos ladrillos de Harry Potter. Podrá ser "comercial" y "malo", pero el mérito que tiene el leerse semejante cosa...