Escrito a las 4 de la mañana
Los lectores habituales de esta memoria habrán notado que en último par de meses ha bajado un poco el ritmo de publicaciones (aunque si les urge, pueden leerme en otras partes). Las razones han sido variadas: se atravesó un buen proyecto de trabajo, organicé un concurso de diseño de juegos (no muy bien, la verdad sea dicha) y luego me lancé a escribir y revisar un larguísimo poema. Esta última tarea me dejó bastante agotado física y mentalmente, aunque de momento estoy bastante orgulloso del resultado. Ya volveré a él en un par de meses para ver si sigo pensando lo mismo.
Aunque no viene mucho al caso, mi premio por terminar el poema es jugar Mother 3.
Ahora, en abril, me toca ponerme a revisar y terminar la novela que escribí hace unos años para el NaNoWriMo. Así que no tengo ni idea de cuánto tiempo podré dedicarle a la memoria. Lo malo de este proyecto, como quiero terminar la novela para un concurso, es que no puedo compartir los pormenores por acá. Eso me frustra mucho. No tienen idea de cuánto me frustra. Ese asunto de que la labor de escritura es solitaria y desagradecida no me la trago. Menos desde que existe Internet, no me la trago. Pero así las cosas, más allá de contarles como voy y algunos asuntos técnicos en general, no podré decir mucho. Para colmo de males, cuando termine esta novela voy a revisar y terminar un libro de cuentos. Va a pasar lo mismo. No voy a poder contar nada y me va a volver a frustrar.
(Y habría que decir que a esos cuentos no les tengo mucho cariño, de momento. No soy cuentista. No le veo futuro al cuento. Y más importante: no me veo futuro en el cuento. Una es consecuencia de la otra. Aunque también: me deprimo cada vez que escucho a alguien decir «se me ocurrió una idea para un cuento», y luego te platican una idea blanda e idiota que luego se va a volver un galimatías blando e idiota que van a decir que es un cuento. Y este es el principal problema del género: cualquier idiota puede escribir cinco cuartillas y decir que eso es un cuento, pero sólo un idiota perseverante puede escribir las 200 cuartillas de una mala novela.
Bueno, ese es el principal problema de marketing del género, la sobreabundancia de basura. El verdadero gran problema del género es que a nadie se le ha ocurrido, de momento, cómo es que tendría que ser un cuento del siglo XXI. Todavía los cuentos se escriben como en el siglo XX y lo que es peor, se escriben para lectores del siglo XX, de los que cada vez hay menos. Hay cuentistas brutalmente buenos ahora, pero no se diferencian en nada de los cuentistas de hace cuarenta o cincuenta años [¿son mejores que los de hace 40 años? Yo creo que sí, son mucho mejores]. Y el mundo ha cambiado mucho en los últimos cuarenta años. Lo malo es que esos cambios le juegan en contra al cuento: los periódicos y revistas que representaron su auge desde hace dos siglos se están muriendo. Y el cuento no parece estar listo para el cambio de soporte, no parece tomárselo bien. Me temo que el cuento va a ir a dar a donde la poesía medida. O no: siempre y cuando haya un nuevo Chejov, digamos, que reinvente el cuento para nuestra realidad. Más importante: un editor brillante que encuentre un lugar, en alguna parte, para ese nuevo cuento.
La novela no sufre de este problema, para nada, la novela perdura. Y la «no ficción» que es algo así como lo que sigue del ensayo en la escala evolutiva, va a tomar el lugar que antaño tenía el cuento. Todo indica, porque el genio del cuento del siglo XXI no ha aparecido. Lo que tenemos hoy son grandes maestros del siglo XX que han llegado tarde a la fiesta y les va a tocar apagar las luces.
El que resuelva ese problema se merecerá el Nobel y quién quita también se haga rico.)
Así que para el próximo proyecto de novela, como había dado a entender hace un tiempo, lo voy a contar todo, aunque igual nadie me haga caso, o nadie lea lo que ponga, porque no le veo mucho sentido a mantener el proceso creativo encerrado. Le hace falta airearse. Pero eso será por mediados de año. Mientras tanto, nos seguimos leyendo.
¿Están ahí? ¿Me leen? Dejen un comentario.
Los lectores habituales de esta memoria habrán notado que en último par de meses ha bajado un poco el ritmo de publicaciones (aunque si les urge, pueden leerme en otras partes). Las razones han sido variadas: se atravesó un buen proyecto de trabajo, organicé un concurso de diseño de juegos (no muy bien, la verdad sea dicha) y luego me lancé a escribir y revisar un larguísimo poema. Esta última tarea me dejó bastante agotado física y mentalmente, aunque de momento estoy bastante orgulloso del resultado. Ya volveré a él en un par de meses para ver si sigo pensando lo mismo.
Aunque no viene mucho al caso, mi premio por terminar el poema es jugar Mother 3.
Ahora, en abril, me toca ponerme a revisar y terminar la novela que escribí hace unos años para el NaNoWriMo. Así que no tengo ni idea de cuánto tiempo podré dedicarle a la memoria. Lo malo de este proyecto, como quiero terminar la novela para un concurso, es que no puedo compartir los pormenores por acá. Eso me frustra mucho. No tienen idea de cuánto me frustra. Ese asunto de que la labor de escritura es solitaria y desagradecida no me la trago. Menos desde que existe Internet, no me la trago. Pero así las cosas, más allá de contarles como voy y algunos asuntos técnicos en general, no podré decir mucho. Para colmo de males, cuando termine esta novela voy a revisar y terminar un libro de cuentos. Va a pasar lo mismo. No voy a poder contar nada y me va a volver a frustrar.
(Y habría que decir que a esos cuentos no les tengo mucho cariño, de momento. No soy cuentista. No le veo futuro al cuento. Y más importante: no me veo futuro en el cuento. Una es consecuencia de la otra. Aunque también: me deprimo cada vez que escucho a alguien decir «se me ocurrió una idea para un cuento», y luego te platican una idea blanda e idiota que luego se va a volver un galimatías blando e idiota que van a decir que es un cuento. Y este es el principal problema del género: cualquier idiota puede escribir cinco cuartillas y decir que eso es un cuento, pero sólo un idiota perseverante puede escribir las 200 cuartillas de una mala novela.
Bueno, ese es el principal problema de marketing del género, la sobreabundancia de basura. El verdadero gran problema del género es que a nadie se le ha ocurrido, de momento, cómo es que tendría que ser un cuento del siglo XXI. Todavía los cuentos se escriben como en el siglo XX y lo que es peor, se escriben para lectores del siglo XX, de los que cada vez hay menos. Hay cuentistas brutalmente buenos ahora, pero no se diferencian en nada de los cuentistas de hace cuarenta o cincuenta años [¿son mejores que los de hace 40 años? Yo creo que sí, son mucho mejores]. Y el mundo ha cambiado mucho en los últimos cuarenta años. Lo malo es que esos cambios le juegan en contra al cuento: los periódicos y revistas que representaron su auge desde hace dos siglos se están muriendo. Y el cuento no parece estar listo para el cambio de soporte, no parece tomárselo bien. Me temo que el cuento va a ir a dar a donde la poesía medida. O no: siempre y cuando haya un nuevo Chejov, digamos, que reinvente el cuento para nuestra realidad. Más importante: un editor brillante que encuentre un lugar, en alguna parte, para ese nuevo cuento.
La novela no sufre de este problema, para nada, la novela perdura. Y la «no ficción» que es algo así como lo que sigue del ensayo en la escala evolutiva, va a tomar el lugar que antaño tenía el cuento. Todo indica, porque el genio del cuento del siglo XXI no ha aparecido. Lo que tenemos hoy son grandes maestros del siglo XX que han llegado tarde a la fiesta y les va a tocar apagar las luces.
El que resuelva ese problema se merecerá el Nobel y quién quita también se haga rico.)
Así que para el próximo proyecto de novela, como había dado a entender hace un tiempo, lo voy a contar todo, aunque igual nadie me haga caso, o nadie lea lo que ponga, porque no le veo mucho sentido a mantener el proceso creativo encerrado. Le hace falta airearse. Pero eso será por mediados de año. Mientras tanto, nos seguimos leyendo.
¿Están ahí? ¿Me leen? Dejen un comentario.
Comentarios
una cosa, nos empeñamos en contar periodos literarios al ritmo de nuestros arbitrarios calendarios. Hace falta una revolución narrativa, pero no creo que vaya a coincidir con el cambio de siglo
:-)
¿No le ves futuro al cuento porque tú no te ves futuro en el cuento? o ¿No le ves futuro al cuento porque crees que debería escribirse de una manera distinta? Ambos comentarios por primera vez se me hicieron bien ególatras :P Estoy de acuerdo en que cualquier bruto dice: ¡OH! ¡CON ESTO QUE SE ME ACABA DE OCURRIR EN LA CANTINA PUEDO ESCRIBIR UN CUENTO! Y claro, es porque, efectivamente, piensan que como es un género breve, es más fácil (... y Borges se revuelca en su tumba).
Lo de compartir la novela, pues la verdad está bien. Hace poco platicaba con una amiga y se rió ante mi postura sobre el plagio. Su opinión fue contundente: ¿En verdad crees que eres tan bueno como para ser plagiado?
Si no se ha escrito el cuento para los lectores del siglo XXI, ¿entonces cómo es que se siguen leyendo a montones? (Fonseca, ¿alguien?). ¿Quiénes son esos buenos escritores de cuentos de los que hablas en el post, lo pregunto porque me interesaría leerlos.
Sin más, te deseo suerte con los proyectos y ojalá podamos leer el poema.
Menos mal que aclaras la hora en que escribiste el comentario, sólo así se entiende lo encantador de la provocación y lo endeble de los argumentos.
Si no te ves futuro en el cuento, eso no te toca decidirlo, sólo empeñarte o rendirte.
Que no le veas futuro al cuento... jajajajaja, ¿en serio?, la diferencia entre los idiotas que escriben cuento y los que escriben novelas es su perseverancia... ambos son idiotas, ¿qué más da?, ese no es un problema del cuento.
El argumento del "soporte" para el que según tú no está preparado el cuento es endeble, ¿sólo eso?, ¿la novela perdura porque se ha adaptado al "soporte"?
Me parece que no René, pero eran las cuatro de la mañana. Entonces, fue fácil escribir que la novela perdura, pero el cuento no.
Acerca de la "no ficción", ¿en serio?, eso es una etiqueta para el mercado, ni siquiera un género...
En fin, me gustaría leer los nombres de esos maestros que llegan tarde al XXI.
Mientras tanto, un abrazo
Por cierto, yo creo que el Siglo XXI empezó por ahí de 1984, pero eso es harina de otro costal.
Y sí: nos extendemos demasiado y se nos olvidan los comentarios.
Gabriel, no dudo que los lectores de TdC lean cuentos, muchos cuentos, pero no somos todo el mundo. Y antes sí todo el mundo leía cuentos... bueno, creo que me entiendes.
Aldán: Sí, estaba bastante consciente de que no iba a hacer mucho sentido. Podría intentar hacerlo y escribir algo sobre por qué se va a morir el cuento mucho más fundamentado, pero ¿para qué? o sobrevive o no y discutirlo nada más nos va a distraer de escribir cuentos o novelas.
Claro que igual sirve para dilucidar un camino sobre qué es lo que hace falta, así que quizá no sea tan pérdida de tiempo.
(Y después de leer tu comentario veo que tu argumento es "me parece que no" :P)
Gracias a todos por hacer caso a mis desvaríos y comentar.
no concuerdo con tu postura, pero también admito que soy lectora del siglo XX, ¡qué le vamos a hacer!
Lo curioso es que esta discusión la tuve a la inversa (por una aseveración de que el cuento es el "género para los lectores de hoy") que yo refuté, pero no porque piense que el cuento vaya a desaparecer, sino porque me parece que la generalización no nos hace bien y categorizar "géneros" menos; como decía una buena amiga: "Prefiero un alumno que en su casa ve que se lee El libro vaquero, que aquel que nunca ha visto que se lea en su casa."
Me parece que no.
Y ahora doble o triple, me sigue pareciendo que no, porque no considero que escribir una reflexión sobre la muerte de un género sea una pérdida de tiempo; además por ahí quedó pendiente lo de la "no ficción" y lo del soporte y los nombres...
Como tienes todo mi respeto como lector, quisiera saber qué te lleva a esos extremos, estoy seguro de que voy a disentir y no llegaremos al mismo puerto, pero también tengo la seguridad de que el viaje estará lleno de aprendizaje y placer
http://teoria-del-caos.blogspot.com/2010/03/la-muerte-del-cuento-1-que-hace-un.html