Hoy, en la netósfera (es decir, el momento en que todos se ponen a tirar netas por Internet):
* Heriberto Yépez escribió en su columna del suplemento Laberinto del periódico Milenio "Qué chula mi narcocultura".
* Y no tardaron en llegar respuestas como ésta y ésta.
* Como más notorio resultado, hoy todo el mundo tiene menos seguidores en el twitter, menos amigos en facebook y la productividad en las oficinas gubernamentales descendió un 20%.
* Yo creo que Jorge Harmodio y Vivian Abenshushan tienen razón. No se puede culpar a los consumidores de drogas de la violencia que causa el narcotráfico en México. Sería como culpar a la gente que visita las playas en Semana Santa por el aumento de residuos plásticos en el Atlántico o a los que comen atún enlatado por la muerte de delfines y ballenas; de la misma forma que no se puede culpar la desaparición de las librerías locales a los consumidores que prefieren las grandes superficies de descuento, ni la desaparición de las grandes cadenas de librerías a los que prefieren comprar por Internet. Todos sabemos que el consumidor es inocente y nunca tiene la culpa de nada. Sobretodo, si es un intelectual. ¿Cómo es que una decisión individual podría de alguna forma tener un efecto global? Impensable. O lo que es lo mismo: no es la culpa del que se fuma la vaca, sino del que la empaca.
* Heriberto Yépez escribió en su columna del suplemento Laberinto del periódico Milenio "Qué chula mi narcocultura".
* Y no tardaron en llegar respuestas como ésta y ésta.
* Como más notorio resultado, hoy todo el mundo tiene menos seguidores en el twitter, menos amigos en facebook y la productividad en las oficinas gubernamentales descendió un 20%.
* Yo creo que Jorge Harmodio y Vivian Abenshushan tienen razón. No se puede culpar a los consumidores de drogas de la violencia que causa el narcotráfico en México. Sería como culpar a la gente que visita las playas en Semana Santa por el aumento de residuos plásticos en el Atlántico o a los que comen atún enlatado por la muerte de delfines y ballenas; de la misma forma que no se puede culpar la desaparición de las librerías locales a los consumidores que prefieren las grandes superficies de descuento, ni la desaparición de las grandes cadenas de librerías a los que prefieren comprar por Internet. Todos sabemos que el consumidor es inocente y nunca tiene la culpa de nada. Sobretodo, si es un intelectual. ¿Cómo es que una decisión individual podría de alguna forma tener un efecto global? Impensable. O lo que es lo mismo: no es la culpa del que se fuma la vaca, sino del que la empaca.