Es lunes por la tarde y estoy corrigiendo pruebas. Antes corregir pruebas era la parte que me parecía más aburrida de mi trabajo y ahora me gusta mucho. O no. Quizá me parece aburrido descubrir que el corrector de estilo se durmió en el trabajo, pero es divertido buscar erratas en la pruebas. Es como buscar a Wally, pero te pagan por ello.
Sin embargo, hay algo que me estresa mucho de corregir pruebas, y es que a pesar de ser lo que se paga peor (aunque un par de editoriales me han sorprendido porque es lo que mejor se paga), es la última barrera de defensa del libro. (En teoría) ya todo el mundo lo revisó y las erratas que dejes pasar se quedarán ahí hasta el final de los tiempos. Algo similar le pasará a Wally cuando no lo encuentra nadie. Se queda ahí, en medio del mercado, del partido de futbol, del día en el parque, en un instante eterno, esperando a que lo señales con el dedo para salir a saludar con una sonrisa.
Sin embargo, hay algo que me estresa mucho de corregir pruebas, y es que a pesar de ser lo que se paga peor (aunque un par de editoriales me han sorprendido porque es lo que mejor se paga), es la última barrera de defensa del libro. (En teoría) ya todo el mundo lo revisó y las erratas que dejes pasar se quedarán ahí hasta el final de los tiempos. Algo similar le pasará a Wally cuando no lo encuentra nadie. Se queda ahí, en medio del mercado, del partido de futbol, del día en el parque, en un instante eterno, esperando a que lo señales con el dedo para salir a saludar con una sonrisa.
Comentarios
Pero el que no tiene perdón es Fin, de Monteagudo, está lleno de.
Ya nos platicarás de La marrana.