Foster Wallace como objeto de consumo pop. |
The story of my friendship with him is simply that I loved a person who was mentally ill. The depressed person then killed himself, in a way calculated to inflict maximum pain on those he loved most, and we who loved him were left feeling angry and betrayed. Betrayed not merely by the failure of our investment of love but by the way in which his suicide took the person away from us and made him into a very public legend.
Es decir, que el hecho de que la novela se publicase estaba diseñado para obligar a las personas cercanas a él a revivir todo el trauma del suicidio y a lidiar públicamente con él. Desde ese punto de vista, no me extraña que Karen Green ofreciera su única entrevista pública sobre el asunto recientemente, ni que Franzen escribiese este extraño artículo que a muchos les ha parecido iracundo y mezquino. No tenía otra opción o en realidad era la mejor opción: hablar públicamente de lo que le había provocado el suicidio de su mejor amigo y al mismo tiempo descalificar la forma tan mezquina en que Wallace se quitó la vida.
Pero mientras avanzo en The Pale King, me cuesta trabajo conciliar que esa persona sea la misma que escribió una novela cuya tesis central sea que la vida: "had something to do with paying attention and the ability to choose what I paid attention to, and to be aware of that choice, the fact that it’s a choice." A los lectores habituales de Wallace esta idea les resultará familiar, porque es también la idea central del discurso a los graduados de Kenyon College que dió en 2005, This is Water. De hecho, ese discurso funciona perfectamente bien como Cliff's Notes de la novela.
De momento, la hipótesis se sostiene. El rey pálido del título podría bien referirse (entre muchas otras cosas) al gobierno de nuestra propia mente, a nuestra propia capacidad de elegir a qué le prestamos atención y a lo conscientes que estamos de esa elección; el centro del Servicio Tributario en Peoria funcionaría como una alegoría de nuestros propios procesos mentales, es decir, a la capacidad de enfrentar con orden —o no— la examinación y análisis de nosotros mismos.
La clave parece estar en el capítulo 22, una verdadera novela dentro de la novela, donde el padre de Chris Fogle (uno de los examinadores del Servicio Tributario), cita el poema de Percy Bysshe Shelley, "Ozymandias":
I met a traveller from an antique land
Who said: "Two vast and trunkless legs of stone
Stand in the desert. Near them on the sand,
Half sunk, a shattered visage lies, whose frown
And wrinkled lip and sneer of cold command
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamped on these lifeless things,
The hand that mocked them and the heart that fed.
And on the pedestal these words appear:
`My name is Ozymandias, King of Kings:
Look on my works, ye mighty, and despair!'
Nothing beside remains. Round the decay
Of that colossal wreck, boundless and bare,
The lone and level sands stretch far away".
Lo que cita el padre de Fogle son las líneas de Ozymandias, "Look on my works, ye mighty, and despair!". No me voy a detener demasiado aquí en analizar estas líneas, porque los fans de Watchmen saben bien qué tanto pueden significar. Sólo voy a resaltar que esa "half sunk, shattered vissage" que Shelley describe en una frase, Foster Wallace la expande en las 560 páginas de The Pale King.
Pero esa cabeza medio hundida, que bien podría ser la nuestra, también puede representar a la propia Norteamérica. Al leer el artículo de Franzen, queda la sensación de que aprovecha la oportunidad para declararse ganador en la contienda entre el realismo y el posmodernismo, que de cierta forma libraba con su amigo. Es interesante, en ese sentido, pensar en qué tanto The Pale King puede leerse como una respuesta o una conversación con Freedom, por ejemplo, en el fragmento que citaba en la entrada anterior, que no es más que una extensión política de lo que implica la idea de "escoger a lo que se le presta atención", una doctrina sobre la responsabilidad individual como fundamento de la acción política y contraponerlo a la historia de Patty Bergulund en Freedom.
(Curiosamente, leí ese fragmento justo después de que pasó esto, que no tiene nada que ver con la novela, pero sí con las ideas detrás de la novela.)
Algunas ideas sueltas para cerrar:
* De lo menos interesante del libro, la burla de Wallace (personaje) sobre los clichés de las memorias a través de su personaje homónimo. Quizá funcione a nivel de estrategia narrativa, pero la opinión de Wallace sobre el género resulta obvia y repetitiva.
* Llama la atención, también, el tiempo que Wallace (personaje) invierte en descalificar la larga narración vocacional de Chris Fogle (el capítulo 22), que ha sido de las partes más disfrutables del libro. Sospecho un sentido irónico de esta descalificación.
* Por las dos anteriores, Wallace me resulta el personaje más repelente hasta ahora.
* Formal, estructural e incluso sintácticamente, The Pale King es muy cercano a Brief Interviews With Hideous Men. Las diferencias parecen ser principalmente de grado.
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