Ir al contenido principal

Un cuento: Pongamos que nadie compra un iPad


The stuff that dreams are made of.

Un iPad no es nada. Un iPad es un iPod Touch gigante. Un iPad es peor que un iPod Touch gigante. Un iPad es una máquina enorme, inservible, que se sobrecalienta si se deja un tiempo frente al sol. Un iPad es la plancha más cara del mundo y ni siquiera puedes sacar fotografías o hacer llamadas telefónicas. Veámoslo así: el iPad es una estafa publicitaria. El iPad es la idea de que Apple puede vender lo que sea y tú lo vas a comprar. El iPad es la idea de que ser cool es tener un cacharro blanco, impoluto, inútil, que te cuesta un mes de tu sueldo. El iPad es la idea de que la única publicidad es la mala publicidad: amas o odias al iPad, pero no te es indiferente. Todos tienen un iPad en la cabeza. El iPad salvará a los periódicos. Yo me compré un iPad y me volvió a salir el cabello. Una señora no quiso comprarse un iPad y a su hijo lo secuestraron. Copia y pega esto a treinta personas si quieres salvarte de la maldición del iPad. Veámoslo así: el iPad es una estafa y además es un abuso a nuestro planeta grande y azul. ¿Sabes cuál es la huella de carbono de un iPad? Yo no, pero debe de ser muy grande, enorme, la huella de un yeti. Además todos sabemos que el iPad se hace en fábricas en Asia donde la gente se suicida y son explotados y la gente que fabrica un iPad nunca podrá comprar uno. Pobres, que nunca podrán tener un iPad. Así que le escribimos a Steve Jobs. No le escribimos para que le de un iPad a esos trabajadores, que si ellos tuvieran uno ya no sería tan cool tener un iPad. Le pedimos que elija otra fábrica para su bella, inútil plancha blanca, que ya los trabajadores podrían ponerse a hacer zapatillas Nike, que también son cool. ¿Y podría por favor cuidar su huella de carbono? Es enorme. No quiero sentirme culpable mientras mancho de grasa su pantalla táctil.

Veámoslo así: el iPad es una estafa. ¿Quién necesita un iPad? Mejor no comprarlo. Hagamos lo siguiente: cambiemos todos nuestra imagen en twitter por un recuadro blanco para protestar por la blancura del iPad. No compremos un iPad. Si un amigo tiene un iPad no le hable hasta que pida una devolución. Lo esencial: no compramos un iPad. Pongamos que nadie compra un iPad: el mundo gana una pizca de cordura. Pongamos que a partir de mañana nadie compra un iPad: un llamado de atención a las corporaciones de que ya no caeremos en su seducción publicitaria. En Wall Street los inversionistas se lanzarían de los rascacielos. ¡Qué prospecto más glorioso! Las acciones de Apple caerían por los suelos. Ante el fracaso del último producto de la compañía, Steve Jobs se vería obligado a renunciar. Apple se llevaría al índice NASDAQ consigo. El iPad es polvo, es humo, es nada. Los desarrolladores que dependen de la App Store no alcanzan a hacer el pago de sus tarjetas bancarias. El exceso de inventario pone en aprietos a Wallmart. Pongamos que nadie compra un iPad: las agencias de publicidad se miran preocupadas. Sus clientes no saben que producto seguirá el destino de iPad. Y la economía tan frágil: no es momento de pedir una segunda hipoteca por la casa.

Veámoslo así: usted se ha quedado sin trabajo por culpa del iPad. Porque el iPad no es nada. Porque nadie compró un iPad. Trabaja en una empresa importadora y la nueva crisis de la economía norteamericana ha puesto al dólar por los cielos. Hay que hacer recortes, ya se sabe, y preferimos pagarle a joven becario de la Anahuac que hará su trabajo y el de todo su departamento por una tercera parte de su sueldo. Ahora se siente mejor: si hubiera comprado un iPad, no tendría suficiente dinero para llegar a fin de mes. No ha permitido que la seducción de la publicidad lo rinda ante el juego de luces y promesas vacías que era el iPad. Ésta es su recompensa: no tener trabajo y no tener un iPad. Ésta es su recompensa: mañana, en la marcha de desempleados, nadie llevará un iPad.

¿Necesita mayores razones? Déjese seducir por este cuento. Déjese seducir por la prosa. Véamoslo así: no hay diferencia alguna entre la seducción de la prosa y la seducción del iPad. Hágalo por el arte. Hágalo por la literatura. ¡Vaya y compre un iPad! El iPad es enorme.  El iPad salvará a la industira de la publicidad entera. El iPad validará todas sus aspiraciones de clase. ¡Salve al mundo! La economía depende del iPad. ¡Qué importa que el bolsillo de Steve Jobs se haga más pesado! ¡Qué importa que el iPad no sirva de nada!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La vida como juego

La vida está tan devaluada que a últimas fechas se puede comprar una segunda por unas cuantas piastras. En Second Life , la vida te ofrece una segunda oportunidad. Encuentra un buen lugar donde constuir tu casa o negocio. Negocia en el mercado virtual. Con algo de suerte, podrías transformarte en millonario. Si tener varias mansiones y yates virtuales no es tu objetivo, no te preocupes. Second Life tiene otras cosas que ofrecer. Paseos virtuales, parques virtuales, cafeterías virtuales. Si buscas algo más caliente, puedes probar suerte en los casinos virtuales y gastar tus ganancias en una casa de citas virtual. ¿Ya mencioné que todo es virtual? [Un Casino de Second Life ] En su Espejo Roto , el Barón, viejo amigo, argumenta que un videojuego bien hecho es como un libro maravilloso . Yo difiero por completo. Como ese blog tiene moderación de comentarios, prefiero dejarle una respuesta aquí. Escribe el Barón: Siendo desde hace tiempo una persona que disfruta mucho de leer, a mi ...

La muerte del cuento, 1 (¿Qué hace a un cuento, 2?)

Esta nota es una respuesta a un comentario de Edilberto Aldán , sobre la idea de la muerte del cuento que mencioné en una nota anterior, aunque la reflexión fue algo que me empezó a dar vueltas en diciembre, tras escribir una nota sobre el ganador del Juan Rulfo de RFI del año pasado , que es a su vez una respuesta a un comentario de Daniel Espartaco en el blog de HermanoCerdo. 1. ¿Que será que se muera el cuento? Los géneros literarios no son para siempre. La poesía épica lleva unos quinientos años de no estar en boga, y el siglo pasado se encargó de asestar la estocada de muerte a la poesía medida. También ha pasado el tiempo del género epistolar, de la novela de folletín y de los sermones. Ya entrados en gastos, la ciencia ficción como subgénero tampoco da muchas señales de vida. 1a. Lo más fácil es decir que ningún género está realmente muerto. Qué todavía se escriben sonetos, que alguien está escribiendo un enorme poema épico justo en este momento, que Los tres mosqueteros no h...

Twin Peaks: El retorno

Twin Peaks o los hombres que no amaban a las mujeres Advertencia: este texto contiene la revelación del misterio esencial de las primeras dos temporadas de Twin Peaks: quién es el asesino de Laura Palmer. Revela más bien muy poco de las líneas argumentales de la tercera temporada, si bien su intención es esbozar algunas líneas para reflexionar sobre su desenlace. El 26 de abril de 1990, unos 17 millones de personas vieron lo que muchos críticos califican como una de las escenas más graciosas e inquietantes de la historia de la televisión. En el cuarto episodio de la primera temporada de Twin Peaks , “Rest in Pain”, un desconsolado Leeland Palmer —en una gran interpretación de Ray Wise— se lanza sobre el féretro de Laura, su hija asesinada, durante el entierro. El mecanismo elevador del ataúd se activa y padre e hija descienden juntos al agujero en la tierra, pero una avería provoca que se eleve de nuevo. Mientras Ray llora sobre la caja que contiene al cuerpo de su hija, el féret...