The stuff that dreams are made of.
Veámoslo así: el iPad es una estafa. ¿Quién necesita un iPad? Mejor no comprarlo. Hagamos lo siguiente: cambiemos todos nuestra imagen en twitter por un recuadro blanco para protestar por la blancura del iPad. No compremos un iPad. Si un amigo tiene un iPad no le hable hasta que pida una devolución. Lo esencial: no compramos un iPad. Pongamos que nadie compra un iPad: el mundo gana una pizca de cordura. Pongamos que a partir de mañana nadie compra un iPad: un llamado de atención a las corporaciones de que ya no caeremos en su seducción publicitaria. En Wall Street los inversionistas se lanzarían de los rascacielos. ¡Qué prospecto más glorioso! Las acciones de Apple caerían por los suelos. Ante el fracaso del último producto de la compañía, Steve Jobs se vería obligado a renunciar. Apple se llevaría al índice NASDAQ consigo. El iPad es polvo, es humo, es nada. Los desarrolladores que dependen de la App Store no alcanzan a hacer el pago de sus tarjetas bancarias. El exceso de inventario pone en aprietos a Wallmart. Pongamos que nadie compra un iPad: las agencias de publicidad se miran preocupadas. Sus clientes no saben que producto seguirá el destino de iPad. Y la economía tan frágil: no es momento de pedir una segunda hipoteca por la casa.
Veámoslo así: usted se ha quedado sin trabajo por culpa del iPad. Porque el iPad no es nada. Porque nadie compró un iPad. Trabaja en una empresa importadora y la nueva crisis de la economía norteamericana ha puesto al dólar por los cielos. Hay que hacer recortes, ya se sabe, y preferimos pagarle a joven becario de la Anahuac que hará su trabajo y el de todo su departamento por una tercera parte de su sueldo. Ahora se siente mejor: si hubiera comprado un iPad, no tendría suficiente dinero para llegar a fin de mes. No ha permitido que la seducción de la publicidad lo rinda ante el juego de luces y promesas vacías que era el iPad. Ésta es su recompensa: no tener trabajo y no tener un iPad. Ésta es su recompensa: mañana, en la marcha de desempleados, nadie llevará un iPad.
¿Necesita mayores razones? Déjese seducir por este cuento. Déjese seducir por la prosa. Véamoslo así: no hay diferencia alguna entre la seducción de la prosa y la seducción del iPad. Hágalo por el arte. Hágalo por la literatura. ¡Vaya y compre un iPad! El iPad es enorme. El iPad salvará a la industira de la publicidad entera. El iPad validará todas sus aspiraciones de clase. ¡Salve al mundo! La economía depende del iPad. ¡Qué importa que el bolsillo de Steve Jobs se haga más pesado! ¡Qué importa que el iPad no sirva de nada!
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