El juego consiste en lo siguiente: un número inconmensurable pero finito de ángeles se amontonan uno al lado del otro sobre la cabeza de una aguja y luego se lanza ésta sobre un pajar infinito. Los otros jugadores, ángeles también, toman turnos de una década, una centuria, o un milenio, dependiendo de lo aburridos que estén (en la Creación ya no pasa nada), para encontrar la aguja en el pajar. El ganador, por supuesto, no es quien logre encontrarla, sino aquel ángel que, una vez encontrada la hebrilla de metal, haga pasar un camello por el ojo de la aguja mientras los ángeles sobre su punta bailan y cantan alabanzas al Señor. En casos de especiales, para este juego se han utilizado dromedarios, caballos e incluso sogas, pero ni siquiera los Tronos o las Potestades han logrado hacer pasar a un hombre rico por el ojo de la aguja.
Twin Peaks o los hombres que no amaban a las mujeres Advertencia: este texto contiene la revelación del misterio esencial de las primeras dos temporadas de Twin Peaks: quién es el asesino de Laura Palmer. Revela más bien muy poco de las líneas argumentales de la tercera temporada, si bien su intención es esbozar algunas líneas para reflexionar sobre su desenlace. El 26 de abril de 1990, unos 17 millones de personas vieron lo que muchos críticos califican como una de las escenas más graciosas e inquietantes de la historia de la televisión. En el cuarto episodio de la primera temporada de Twin Peaks , “Rest in Pain”, un desconsolado Leeland Palmer —en una gran interpretación de Ray Wise— se lanza sobre el féretro de Laura, su hija asesinada, durante el entierro. El mecanismo elevador del ataúd se activa y padre e hija descienden juntos al agujero en la tierra, pero una avería provoca que se eleve de nuevo. Mientras Ray llora sobre la caja que contiene al cuerpo de su hija, el féret...
Comentarios
Que chido. Yo me conformo con mi serafín, en caso de que en realidad este ahí.