Ayer me puse a hacer algo que hace mucho no hacía y me puse a revisar Kobo y la Kindle Store de Amazon para buscar ebooks en español. Amazon tiene unos 4500 y Kobo más de 19,000 (la diferencia la explican libros gratuitos y de autores independientes que llegan, imagino, de lugares como Smashwords).
Pero, ¿de dónde salen tantos libros? ¿Ya está trabajando Libranda con Amazon? ¿Las editoriales españolas están cerrando tratos por su lado? No. Resulta que la mayoría de los títulos de primera línea son de sellos de editoriales norteamericanas (o agentes, como Wylie) que están ofreciendo libros electrónicos en español, obviamente con derechos globales de explotación.
A diferencia de las deprimentes ediciones de Palabras Mayores (de Leer-e), llenas de errores ortotipográficos bastante penosos, propios de no revisar los archivos electrónicos (las famosas "conversiones automáticas"), los ebooks de los sellos norteamericanos están hechos por profesionales, con la calidad de excelencia que esperas de un ebook que cuesta 9.99 USD. Son, digamos, ebooks de verdad. (Con lo cual no quiero desmerecer el trabajo de los profesionales españoles. Santillana y Planeta hacen ebooks excelentes, pero no los puedo comprar desde México, lo cual los excluye automáticamente de la discusión.)
Hace año y medio, conversaba con un buen amigo de esta posibilidad, que los grupos norteamericanos, cansados de ver que no se explotaba el mercado en español, y con una proporción importante de hispanohablantes, comenzarían a buscar la forma de hacerse con el dominio del mismo (que, por otra parte, imaginan más grande y jugoso de lo que es, pero ese es otro asunto). Estas son algunas de las primeras tentativas, que si funcionan —claro, con sendas tiendas de Amazon y Kobo en España, Argentina o México, por ejemplo— podrían cambiar profundamente el panorama de la edición en español. De momento, dejo al lector el apocalíptico ejercicio de todo lo que podría pasar si compañías extranjeras dominan o tienen un buen porcentaje del mercado editorial en español.
Conversaba con este amigo, también, que había una ventana de unos cinco años para que editores, distribuidores y editores en español pusieran en orden sus asuntos y mostraran frentes comunes. En otros mercados, como el francés y el alemán, esos frentes ya se están conformando con fuerza, e incluyen medidas legales, financieras, culturales y editoriales diferentes (porque ni los mercados ni los libros ni los lectores son iguales). El problema es que incluso las previsiones de los más optimistas (entre los que me incluyo) siempre se ven superadas cuando se habla de ebooks. Y parece que esa ventana ya se está cerrando. Mis mejores deseos para los editores, distribuidores y libreros, pero ya es hora de que se pongan las pilas.
Comentarios